ADIOS NICANOR
Anoche recibí el consejo de terminar contigo, sin embargo me negué a hacerlo. Nunca creí que irrumpieras en mi habitación, amenazando mi integridad física. Temerario, mira qué triste tu deceso. Te recordaré penosamente cada que mire mi zapato izquierdo de ante negro, la guarida de la que te expulsé para rociarte de frente. Vaya porquería de arma letal, disparé todo su contenido y continuabas tendido bocarriba, con los bracitos en movimiento. Qué congoja me produce tu recuerdo, Nicanor, pero sé que en tu agonía comprendiste mi reacción, y que hoy me miras desde el cielo de los alacranes, donde habitan las almas de los mártires artrópodos.

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