DE LA RESISTENCIA UNIVERSITARIA A LA ETAPA POSTUNIVERSITARIA
Total que terminé la tesis y en mi examen profesional me fue muy bien. Y es hasta ahora, cuando comienzo a comprender por qué me resistía tanto a eso de la titulación. Les cuento: mientras estaba en la universidad, pensaba: “cuando salga haré esto y aquello”. Ahora ya estoy afuera, o sea: es el momento de hacer esto, aquello o algo distinto. Se acercan algunos familiares, me dicen: “busca un trabajo estable, pide un préstamo, compra un coche y una casa (es curioso cómo la presión familiar, en nombre de mi bienestar, me genera una gran dosis de infelicidad.)” Vienen los amigos: “corre hacia el doctorado”, “fundemos una editorial”, “¿por qué no entras a una ONG”, “ “podrías ser redactora publicitaria”, “la docencia es lo tuyo,” “vende herbalife.” Y yo me quedo varada por no saber hacia dónde andar.
Sartre no se equivocó al afirmar que la libertad produce una gran angustia; porque a final de cuentas, ni la familia, ni los amigos, ni la sociedad deciden por uno; estamos condenados a ser libres, a elegir. Pero la libertad es también una experiencia feliz. Mientras estoy cual Cuba en el Período Especial, en los últimos días pienso, como si fuera algo nuevo, que ésta soy yo, que tengo opciones, que no estoy obligada a hacer lo que otros hacen o esperan que haga. Quiero leer sobre astronomía, filosofía e historia. Quiero escribir un cuento que se llame La ropavejera. Quiero ahorrar. Quiero monificar a Paquita la del barrio con su vestido brilloso. Quiero hacer una maestría relacionada con política. Quiero que mi vida no sea sólo contemplativa. Y querer todo esto me alegra, porque lo quiero yo.
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