LA TROMPETISTA DE FALOPIO: octubre 2007



miércoles, octubre 31, 2007

ANALOGÍA

Una señorita informó a personas mayores de cuarenta años, con hipertensión, o problemas en la columna, no se recomienda el acceso a este juego; mi abuelo contaba con todo aquello, sin embargo la señorita y sus contraindicaciones le hicieron los tacos. Cada que un tren descendía trepidante, yo deseaba salir de la fila; comprendan, tenía nueve años, a penas rebasaba al dragón indicador de la estatura mínima. Cuando el tren regresaba a su sitio, mi abuelo decía ¿viste? Es nomás un paseíto. He ahí la mejor analogía para expresar mi condición actual. Padezco cada que hablo frente a más de diez personas, me arden las orejas, olvido cosas, se acelera mi ritmo cardiaco. Sin embargo, esta vida en el clóset ya me tiene podrida, por eso inscribí la ponencia. Quise desertar cuando comencé a escribirla, cuando logré la mitad, al concluirla, incluso en el momento previo al envío; pero resistí, pues peor me pareció trabajar en vano.
Tras dos horas de espera llegó nuestro turno. Me senté. Lentamente subió el tren. Árboles, gente, juegos, miré todo como si fuera maqueta. Cuando se me iban a salir las de San Pedro, dije a mi acompañante: me quiero baj ¡y reata compadre gallego! Se soltó el carro cuesta abajo, me escurrí en el asiento, al verme el abuelo jaló el cuello de mi suéter, me sostuvo ora cuesta arriba, ora de cabeza, triple vuelta, ora traqueteo, ora lo mismo pero en reversa. Así ahora, prefiero el vértigo al clóset. Buena, pésima, regular, qué más da, la cosa es sentir la experiencia, y luego (como en aquella ocasión de infancia) levantarme toda palidez, taquicardia y contentura.
miércoles, octubre 24, 2007

LOS MOTIVOS DEL LOCO

Era la única en la fila, si es que existen filas de una persona. Entonces llegó él. Quise irme, pero más quería viajar en el trolebús, que a esas horas trajina vacío, así me evitaba la molestia de transbordar; además los asientos son amplios y el motor casi no hace ruido, ah, qué ricas pestañitas me he echado en el trolebús, pensé, no voy a renunciar a la placidez de un trayecto, sólo porque alguien se sienta a mi costado, alguien con los pies cubiertos de negra costra y cardenales; quizá en algún momento estuve cerca de un tipo peligroso, pero no me di cuenta porque iba trajeado, una no sospecha de los tipos con traje y loción cara, en cambio ahora tengo miedo porque hiede y le tiembla la cabeza.
Aunque intenté persuadirme de permanecer ahí, la verdad es que no soporté mucho tiempo a su lado. Más fuerte fue la náusea, y sobre todo la alteración que me causó esa cosa dosequis que me dijo: vámonos atrás de las plantas. De un salto me puse en pie y partí en otro transporte. Le vi desde la ventanilla. Tenía una cubeta que cuidaba con celo. He visto a varios vagabundos cargar un costal pequeño o una bolsa, son sus pertenencias, pero qué son, me pregunto, y me pregunto por qué cortaron los hilos con su otra vida, si lo hicieron de tajo, es decir si un día salieron a la calle para no volver, o si primero dejaron el empleo, luego los amigos, la casa, la ropa. Se han abandonado, pero no mueren del todo, sino que se aferran a algo que se parece a una vida, y qué enigmáticos los motivos de ese arraigo, quizás es el puro instinto, o tal vez son los recuerdos de su infancia, de su madre, o acaso es que sueñan maravillas, en medio del hambre y la podredumbre y la vigilia delirante.
miércoles, octubre 17, 2007

FINALIDADES

Hay ocasiones que escribo para agradecer, disculparme o hacer una invitación. Otras veces me sulfuro, digo entonces sal de ahí diablo cornudo, escribo y sale, santo exorcismo. Ahora, si tengo una experiencia que me desconcierta, escribo me ha pasado esto, esto siento; quizá me equivoco, no es esto sino otra cosa; de cualquier manera, así creo que comprendo lo que se mueve dentro. De puro insolente que soy, escribo para jeringar con feroces frases a quien me choca. Y escribo para decir alguna palabra que leí y que me ha gustado: jocundo, grima, busilis, vadear. Cuando amo, escribo para regalar una clara parte mía. No finjo demencia: también escribo para que aplaudan. Pero verán ustedes, hay tardes en que algo me afecta, una imagen que miro o recuerdo, que me llena de contento y me dicta y obedezco, sin saber para qué escribo, para que sí, para que nada, sólo para escribir
miércoles, octubre 10, 2007

LA DOSIS ZUCARADA

Una mañana me aburrí y se lo hice saber a mi abuela, a lo cual contestó: vamos a desaburrirnos al pueblo. Accedí. Al pueblo subimos por el único camino que hay, que es una pendiente casi vertical. Recién se regularizó mi ritmo cardiaco y mi respiración, dijo la abuela: ay mira qué elotes, están buenos para el mole de olla, y con mazorcas llenó la bolsa del mandado. Seguimos caminando, de subida, que es como allá se estila. Figúrense ustedes a la Margarita: ora vamos por un poco de crema con doña Ofelia, ora con el Bofes por algo de menudencia, qué primor de cazuela me la llevo, pero qué buena la naranja súrtame un kilo marchante, y deme tres monederos qué plantitos chulos de puro pintos. No cabe duda, mi abuela se equivoca, cree que el amor que le tengo le da derecho a cargarme de plantas, frutas, cazuelas y una manita para rascar; piensa que es mi obligación correr tras un kilo de naranjas que ruedan cuesta abajo.
De cualquier manera, tarde que temprano visito a mis abuelos, para que me den una dosis de apapacho. A veces nos echamos los tres a ver películas como El amor de María Isabel, María Isabel reloaded y Calabacitas tiernas (¡ay qué bonitas piernas!); mi abuelo me enseña los nombres y me cuenta anécdotas de los actores. Hace unos días, cuando me puse mala, vimos Arañas infernales, una película en la que Blue Demon pelea contra extraterrestres, arácnidos que pretendían alimentarse con cerebros de nuestros paisanos; lo qué más nos gustó fue la mano del villano, que en plena pelea se convirtió en araña, con lo cual provocó harto espanto en la afición.
Chipil que soy, a veces no me alcanza la tarde, entonces me quedo a dormir allá. Pero eso sí, al llegar la mañana, cuando mi abuela pregunta ¿estás aburrida? Contestó que no, que me la estoy pasando bomba. Y no miento, pues me encanta entrarle con ellos a la vacilada, comer, merendar, desayunar y volver a casa al día siguiente, gorda de amor y de pan untado.

jueves, octubre 04, 2007

BARRER DONDE VE LA SUEGRA. CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD.

En un muro de la casa sede cuelga un retrato, fue tomado en un estudio el día anterior al casorio, qué bonitos esponsales con banquete de postín, qué elegantes animales todos los que están aquí. Otras imágenes hay sobre los muebles: viajes, abrazos en forma de media luna, navidades; nadie llora, al contrario, todo retratado pela la mazorca. El día de la reunión, la anfitriona limpia nomás por donde verá la suegra, y media hora antes que lleguen los convidados prende una aromática vela. Hay que cuidar el qué dirán. Así es esto de la vida social.
La conciencia de mi ser propensa a la adicción hizo que opusiera resistencia; sin embargo, al final del día cedí y ahora participo de la fútil felicidad jaifafera. Elijo un tapiz, selecciono las fotos que deseo publicar: ésta no, porque mi seriedad es casi fúnebre; aquella tampoco pues me da pudor mostrar mis frondosos encantos. En fin que por tal medio he hallado a personas que extravié hace años, por ejemplo mis compañeros del colegio, con quienes canté padre Abraham tenía muchos hijos, muchos hijos tenía él. Ahora puedo mirar sus fotografías aisladas o bellamente puestas en secuencia, las descripciones que hacen de ellos mismos, las costumbres y gustos musicales a sí atribuidos. Por supuesto que hay excepciones, sin embargo la tendencia es hacer de tal artilugio una casa virtual, pues en ella se esconde la mugrita bajo el tapete, se cuelgan los retratos festivos, los diplomas, trofeos, títulos, los lugares que uno visitó. Luego vienen los convidados, miran todo aquello y dicen ¡perengano, aquí estás! Eres tú, qué gusto volver a verte.
No está usted para saberlo, ni es que yo sea chismosa, pero también he encontrado a aquellos camaradas neojipis, ésos que salían de casa con doscientos varos en los bolsillos, pedían raid, llegaban a una playa y durante una semana comían coco, plátano, unos mendrugos de pan; ni los activistas se pierden lo de hoy. Precisamente porque es tremendo fenómeno de masas, menciono el jaifai; sin embargo otros ejemplos podemos poner, a final de cuentas, la nuestra es una generación de la exhibición y el voyeur virtual, de la construcción de identidad (individual y colectiva) a partir del corta, pega y publicar.
lunes, octubre 01, 2007

NOVELA FOTOGRÁFICA

Aquí había un escrito, pero lo he quitado, con perdón del Cuero Cabezudo, quien con mucha atención lee cuanto escribo. Verán, dado el excelso valor estético de la secuencia fotográfica realizada por Mijael, mi post deslucía, no era más que una nota al pie de página. Los dejo pues, con esta obra de arte, digna de estar en el Louvre.