Siempre estoy haciendo cábula y balconeo, en cambio casi nunca escribo cosas amables acerca de los profesores que admiro, y que fueron determinantes en mi formación. Seguramente ellos ni siquiera me recuerdan, pues no me gustaba participar en clase; pero como dicen en Guerrero: "no le aunque," venga el top náin sobre estos señores.
9- Margarita Valdés fue mi profesora en primer semestre; su clase me permitió comprender qué es un problema filosófico, y de alguna manera ahí aprendí a argumentar. Cuando terminó el curso llevé a cabo el acto más nerd de mi vida: le regalé a Margarita un ramo de tulipanes; no me arrepiento, lo cual me hace doblemente nerd.
8- El innombrable me sacudió, regañó, aconsejó y apoyó mucho; más que máistro de Filosofía fue mi sensei. Pero me cayó un yunque en la chompeta y olvidé sus datos personales.
7- Ricardo Vázquez no es de los que expresan odio a la Filosofía analítica o continental. Él enseña a Descartes, Hegel, Heidegger, todos ellos con igual esmero y claridad. Además Ricardo Vázquez contagia su fervor por los problemas filosóficos. Cuando sea grande quiero ser como él.
6- Faviola Rivera también me dio clase en primer semestre. Recuerdo las preguntas de los alumnos y veo que nos tuvo mucha paciencia. Faviola es la maestra de la precisión. Ella se esmera por impartir un buen curso; es brillante, amable y sencilla.
5- Tomé una materia de cuarto semeste con Laura Benitez, quien enseñaba los temas desde un enfoque general, pero no superficial. Nunca he reído tanto en una clase de Filosofía.
4- Solamente estudié un curso a cargo de Bolivar Echeverría. De cualquier manera, aprendí mucho, pues él suele hacer comprensible lo que es harto complejo. Además, sin ser arbitrario o arrogante, evita que los alumnos lleven a cabo monólogos vacíos
3- Nunca escuché una clase completa de Isabel Cabrera, lo cual se debe a que eran tres horas seguidas acerca de Kant, mismas que tomé en mi noveno semestre, de modo que ya no soportaba estar en la Facultad. Me hubiera gustado tener una mayor disposición para aprender, porque Isabel desmenuza los argumentos, lo lleva a uno de la mano hasta el fondo de los temas. Ella invita a la crítica y califica con el mismo rigor con que enseña.
2- Muchas personas dicen que María Antonia es demasiado arrogante para ser buena maestra. Yo creo que sus cualidades compensan la arrogancia, y la convierten en una maestra buenísima. Aprendí mucho en su curso (no he aprendido tanto en otro), no sólo en cuanto a los temas que estudiamos; María Antonia dio al traste con ideas ingenuas y soberbias que yo tenía sobre la Filosofía. Han pasado muchos años desde que asistí a su clase, sin embargo, sigo preguntándome cosas que ella planteaba, incluso mi tesis gira en torno a algunas de esas cosas.
1- Mauricio Pilatowsky es uno de los profesores que más admiro, pero más más. Nunca noté en él un gesto de arrogancia o enojo. Algunos compañeros levantaban la mano para decir cosas que parecían no tener sentido, entonces Pilatowsky encontraba algo rescatable, lo recogía y articulaba con las otras participaciones; de modo que al final la clase era un collage, cuya base no siempre era una obra filosófica, sino a veces una una novela, un poema o una película. Además, gracias a su clase retomé una creencia que con desencanto abandoné al inicio de la carrera, a saber: que desde la Filosofía es posible pensar los problemas del “mundo” y que hay razones para hacerlo.
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