LA TROMPETISTA DE FALOPIO: junio 2008



viernes, junio 27, 2008

HISTORIA DE LAS TRES TÍAS NABORITAS

Esta semana Doña Margarita (mi abuela) me informó: “Leí la historia del alacrán, está rete buena.” ¿Cómo llegó a sus manos? Sencillo: mis tías entran aquí, imprimen lo que escribo y lo muestran a mis abuelos, lo cual me hace sentir Gordolfo Gelatino, cuando doña Naborita le dice: “mucho m’ijo mucho.” En fin, aprovecho las visitas familiares, para contar algunas anécdotas.
Yo tengo tres tías Tapia, que me llevan entre once y quince años. Ellas han sido como mis mamases; pero me han alcahueteado como jamás haría una madre. En mi infancia, tía Plecus me llamaba para decir “el domingo pasarán La mancha voraz, así que pide permiso para quedarte acá.” En mis años preescolares la acompañé al CCH; luego, cuando entró en la Facultad de Medicina, yo la ayudaba a estudiar; incluso cuentan que una noche, aunque dormíamos, ella me hacía preguntas de lo que habíamos estudiado y yo contestaba. Por cierto, me invitó a asistir a una autopsia, pero naturalmente mis papás no me dieron permiso. Para alcahuetas, mi tía Globo, pues cuando yo era puberta me sirvió cinco toritos en una fiesta familiar. Jugábamos guerritas de sapos, veíamos películas que fueron pirateadas en funciones de cine, y hacíamos definiciones de cada integrante familiar. Aún extraño aquello.
Qué decir de mi tía Cleclé, también conocida como la Dos Dos Dimetil Pentano. Una vez me llevó a Chapultepec; para volver a casa teníamos que pasar junto a un King Kong que me dio mucho miedo, así que me puse a llorar; entonces ella me sobornó con un helado, pues era experta en comprarme dulces y comida chatarra; ejemplo: años después me invitó un jocho, pero yo no acepté porque las salchichas tenían un color verdoso. Además, me llevó a la hemeroteca, al museo Nacional de Antropología, a patinar en el circuito universitario; hasta se formó dos horas conmigo en la feria, con el fin de subirnos al ratón loco; pero nelpas, yo no tenía la estatura suficiente para abordar el juego, y ahí tienen a la tía diciendo al operador “ándele, no sea malo, yo la agarro fuerte.” Mi tía Cleclé me contó varias historias prehispánicas, y me narró El príncipe feliz y El fantasma de Canterville; ése fue mi primer acercamiento a Wilde, quien aún es uno de mis escritores favoritos.
Muchas gracias a mis tres tías Naboritas. Y como diría Gordolfo Gelatino: ¡A-i!

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jueves, junio 12, 2008

TAKE THESE SUNKEN EYES AND LEARN TO SEE

Me sulfuro y odio con facilidad. Me sulfuro si alguien patea mi butaca en el cine ¡úquelachi, me estás pateando! Me sulfuro si mis amigos sufren a lo puro tarugo, si no soy invitada a una fiesta, si mi vecina arrastra los muebles, si alguien me dice un comentario cáustico, si olvidan felicitarme el día de mi cumpleaños, si hay visitas en deshoras, si a la madre y al padre les faltó dar no sé que cosas en mi infancia. Odio los ruidos que otros hacen al comer, los reclamos, la burocracia, el tráfico en esta ciudad, los discursos de poder y las respuestas panfletarias; odio mi nihilismo. Entonces me peleo, despepito y me sale cataplum de la boca, una culebrita loca.
Ayer fui a un cineclub. En la película había un acuario, bicicletas, un otoño y algunos odios de energúmeno. En la escena final, todos los personajes bailaron y rieron en una misma fiesta. Alguien me pregunta cosas sobre mis relaciones con los demás; cuando veo las manos y los ojos de esa persona, veo que me desperdicio en odios de energúmeno, y que el mundo es un lugar hermoso. Me dirá usted: ché, el mundo es un lugar horrible ¿acaso no prendes la tele durante el noticiario? Sí, pero en medio de las cosas horribles, Lidia mira el río Elba desde un puente, en la azotea roja caen los capulines que mi abuela hará en almíbar, nacen niños, en las tardes con lluvia se proyectan películas maravillosas por sólo diez pesos; siempre hay quien descubre, piensa, imagina mundos mejores, el escritor escribe cuentos, y dos personas deciden estar juntas con el fin de hacerse bien. Quiero que en mi película haya una fiesta para todos y que bailemos boogie, swing y agogó

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martes, junio 03, 2008

DE LA DOCENCIA, EL DESMECATE Y LAS PSEUDOESCUELAS

Cuando me entra una idea no hay argumento o golpe en la tatema que pueda expulsarla. Por eso he estado buscando chamba sólo en preparatorias. Algunos allegados me hacen preguntas que llamaré “insensatas,” por usar un eufemismo.
Ejemplos:
- ¿Para qué estudiar tanto si uno terminará dando clases?
R- O sea ¿cómo? ¿Quienes dan clases debieron estudiar poco, y quienes estudiaron mucho no deberían dar clases?
- ¿No preferirías trabajar, escribiendo en la comodidad de tu casa?
R- Simón, trabajaré en un reposet y con mi sueldo compraré mocasines, para estar más cómoda.
- ¿Cómo puede gustarte trabajar con adolescentes, si son horribles?
R- Tú también eres horrible, a pesar de lo cual te quiero.
En nuestra búsqueda, Rafa y yo hemos sido recibidos por toda clase de gente: policías, secretarias, un señor trajeado, con diadema telefónica y cadena de antro; pero ayer una recepcionista se llevó las palmas, pues nos dijo “¿tons qué flacos? ¿Se quedan a la entrevista o esperan la llamada?” Esta mujer, casi iguala el Güicho Domínguez que me entrevistó la semana pasada, un señor hinchado de arrogancia, que hacía mal uso del lenguaje, en una pseudoescuela que paga dos centavos por hora.
Aunque hay preparatorias con buen nivel académico y razón en sus reglas y lemas, la verdad es que la mayoría está a cargo de personas sin vocación, ni más interés que el negocius; por eso levantan letreros que incluyen términos como “educación tecnológica,” e imponen cantidad de reglas innecesarias, pues muchos papás buscan un lugar donde sus hijos anden con mecate corto, y reciban un adiestramiento para convertirse en empresarios, contadores, abogados "exitosos." De cualquier modo, si uno quiere dar clases de Filosofía, lo importante no son las aspiraciones de los papás, ni de los dueños de una escuela, sino que haya alumnos en quienes quepa la duda y la crítica.
Cada vez valoro más mi educación en CCH; una biblioteca enorme, muchos alumnos y cátedras; sobre todo: libertad y su consecuente desmecate; pero aveces desmecatarse es parte de un proceso en el que uno encuentra aquello a lo que quiere dedicarse; así, uno estudia o deserta, pero no porque haya un chicotito, sino porque lo ha elegido. Yo creo que quien teme los conflictos del desmecate, teme a la autonomía.