LA TROMPETISTA DE FALOPIO: agosto 2006



miércoles, agosto 30, 2006

EN CUANTO AL MASOQUISMO

Me gusta sentarme en el suelo y cargar el peso del cuerpo en las manos y apoyar las manos sobre duros relieves, sean piedritas o semillas, hasta que los brazos se adormecen y las palmas quedan rojas y pintas de hoyuelos. Cuando alguien me magulla en esgrima suele pedir disculpas, entonces yo contesto que no importa, pero no lo hago por cortesía, en realidad me gustan los cardenales y rasguños en los muslos. Me gusta bañarme con agua pelapollos. Me gustan las inyecciones en las encías. Me gusta el abrazo que hace sonar mi columna vertebral. Me gusta la velocidad y estar de cabeza y girar y sentir el vértigo de la caída libre. Agujas mordiscos merthiolate y penas de amor. No cabe duda, me gusta el dolor.
lunes, agosto 28, 2006

EL JUEGO DEL CINTURÓN

Mi familia materna es un caso. Lustros atrás la casa de mi abuelo era lugar de grandes fiestas. Parientes, convidados y vecinos hacían una rueda, la víbora de la mar y también el pescadito, ya sabes, ese divertimento en que cada invitado se pone frente a su pareja, tiende los brazos hacia ella, los cruza y la toma de las manos, de modo que se forma una hilera de brazos entrelazados, en la cual se avienta algún otro convidado para elevarse por los aires y volver a la red humana, elevarse por los aires y volver a la red humana, elevarse por los aires y así. Pocas veces mi padre –ah, ese teólogo venido a menos - perdió la compostura. Una de ellas ocurrió cuando brincaba de modo horizontal, como pescadito en la sartén.
A los jolgorios solían asistir las hermanas de mi abuelo, quienes ahora se sienten muy salsas porque viven en los yunáit. Reían con gritos y golpeaban la mesa de tal modo que se escuchaba como si estuvieran matando un gato a tamborazos. Mis recuerdos de la infancia. Era en aquel entonces cuando se cocinaban carnitas, cuando se bailaba la diablesa del rock, chivirico y cuando algunos amanecían jugando dominó. De todo aquello lo que aun se conserva es el juego del cinturón. Creí que todas las familias lo jugaban, pero hace poco me desengañé.
El juego es muy sencillo. Algún pariente o invitado permanece en la sala, donde es regla esconder el accesorio. Mientras tanto los demás nos escondemos en una habitación. Cuando el elegido grita ya, salimos de la recámara y comenzamos a buscar el cinturón. Aquel afortunado que lo halle tiene el derecho y la obligación de tomarlo en sus manos, para propinar la mayor cantidad posible de reatazos sobre la mayor cantidad posible de lomos, hasta que todos volvemos a la habitación entre gritos, codazos y empellones. Una vez hecho esto, quien encontró el cinturón debe esconderlo y la práctica se repite.
Para su solaz, desfogue y felicidad, recomiendo ampliamente jugar al cinturón. En tal caso, no olvide sorrajarle con fuerza al tío, darle un mandarriazo a la abuelita y si es posible haga el favor de invitarme.
miércoles, agosto 23, 2006

SI EL SERENO DE LA ESQUINA ME QUISIERA HACER FAVOR

La culpa es de Sofìa. Un día me invitó a escribir en La Diferencia y acepté, como quien no quiere la cosa. Luego algunos me dijeron anda, abre un espacio individual y acepté, como quien no quiere la cosa. A un año de su apertura salgo del clóset con la siguiente confesión: quiero a este blog más que a mis padres y mis amigos. No es cierto. Pero casi.
La Trompetista de Falopio es una ficción que me supera. A veces, cuando conozco en vivo a alguien que me ha leído, temo desilusionarlo al no decir barroquerías, al no echarme un chascarrillo cada tres minutos o al no llevar conmigo florete ni maraca. De cualquier manera, aquí comparto lo que me ocurre y lo que se me ocurre, ya sabes: desaguisados de la vida, cosas jocosas, algún romance, historias de bichos, historias de sustos, historias de abuelas, historias de sustos con bichos y abuelas, especulaciones, misteriosos azares, preocupaciones y otras de mis futilidades.
El bloguero que diga a mí no me interesan los comentarios yo nomás quiero escribir ¡miente con todos sus dientes! A final de cuentas uno escribe para un público. Personalmente, cuando encuentro nuevos comentarios, siento casi lo mismo que cuando descubría una nueva hoja en el frijol germinado, típico experimento de primaria. Sin embargo, lo mejor de este bochinche son los amigos que ha traído consigo. La mayoría vive muy lejos, de modo que la amistad se ha cocinado en cazuela epistolar. Un saludo a Flectere, Gran Fornicador, Andrómeda (quien tuvo a bien enseñarme la palabra paroxismal), Sólo soy un ojo, Cuero Cabezudo, Sirena, Hieródula Incrédula y Pato Pascual. Los quiero. A todos. Aunque estén bien feos.
sábado, agosto 19, 2006

SÁBADO DISTRITO FEDERAL

"Y a quien no le guste la música, mejor que se cambie de partido." Dijo un señor a través del micrófono. Acto seguido comenzó a cantar y a dirigir y a convulsionar como hacen los directores de orquesta. No cabe duda que la zona céntrica de la ciudad es surreal. Templos cristianos iluminados por el neón de tugurios de mala muerte; vecindades rodeando soberbios edificios; puestos contiguos de lentes, discos, relojes robados, rosarios y videos de güerotas en hoteles de Tlalpan y en pelotas.
Qué decir cuando uno llega al zócalo. En un lado la catedral, en otro joyerías, en el tercero el edificio virreinal, en el siguiente el palacio nacional y en el centro... danzantes que venden collares, encienden copal y hacen limpias y trencitas y tatuajes. En una ocasión, cuando andaba con aquel muchacho mejor conocido por mis allegados como Pepe el Toro, ambos decidimos pasar la tarde en una cantina de tal zona, pero una de cantina de verdad, no mariconadas. Hicimos amigos y hasta cargué el bebé de una mujer de la vida galante.
Siempre me ha gustado el centro de la ciudad. Ingenio y chascarrillo en todas partes, pero entre los ingenios populares no hay uno que supere el de vendedores ambulantes. Hace algunos años vendieron una especie de catalejo, hecho con un tubo de cartón y con espejos, para que los chaparros pudiésemos ver a los zapatistas. No se ha paseado en aquellos lares quien dice pobrecitos ambulantes cuánto dinero pierden debido al plantón actual. Yellow fever. Venta de tazas, banderas, paliacates, ceniceros, encendedores, libros y documentales piratas acerca de distintos temas políticos. Siempre me ha gustado el centro de la ciudad y me sigue gustando ahora.
martes, agosto 15, 2006

EL COMBATE

La mayor parte de las personas tiene una idea equivocada acerca de esgrima. Principalmente esas divas del arte dramático, pues llegan a la sala de armas queriendo aprender a usar una espada para su próxima puesta en escena. Cierto que esgrima es como una danza entre enemigos, pero a final de cuentas cada detalle y cada movimiento son en virtud de la defensa y del ataque. Su belleza es mera coincidencia. Originalmente el fin era matar, ahora las armas están diseñadas de modo que no ocasionen más que rasguños y negros cardenales.
De cualquier manera, si uno quiere vencer al contrincante hay que despojarse de identidades cotidianas y olvidar que es un juego. En cuanto la careta es puesta el de enfrente ya no es compañero ni es amigo. Es menester enojarse con él, mudar su nombre y su rostro y procurar no ser piadoso. Claro que en ocasiones uno tiene que decir al contrincante cosas del tipo amárrate las agujetas si no quieres romperte los incisivos, o bien: discúlpame Fulanita, no era mi intención lastimar tu bella ingle.
En esgrima no he sido del todo constante. Sin embargo, me gusta ser ese dolor que enmudece en el vientre, ser temblor, humedad, desfallecimiento y un palpitar violento en las sienes.

sábado, agosto 12, 2006

SINCRETISMO FATÍDICO (PARA DECIRLO CON AQUEL ESCRITOR DE OJOS GATUNOS Y DIENTES DE MAZORCA)

Ahí tienes que le debía a mi madre una invitación al teatro. Qué veremos qué veremos preguntaba la una a la otra y la otra a la una. De manera unánime nos decidimos por Electra de Yourcenar. Tanto y tantos me han hablado de esa autora que la opción se me figuró una mezcla encantadora.
Pésima profeta. Pasé las tres horas más largas de mi vida. Todos los personajes se formulaban preguntas filosóficas y freudianas. No una ni dos ni tres veces sino las suficientes para empachar a los espectadores. Algunos cabeceaban y otros nos mirábamos dándonos ánimo, como si dijéramos aguante, nomás falta que asesinen a Egisto pero Egisto que no se moría. Ya la espada había hundido la hoja en su pecho, ya habían transcurrido diez minutos y seguía arrodillado preguntándose si el devenir, si el ser, si el monstruo que llevamos dentro, si el deseo y para rematar hizo aparición una tribu más adecuada a una película del santo que a una tragedia griega. Y nosotras ahí, tan tristes, sin poder irnos por estar sentadas en el centro de una media luna que simulaba ser anfiteatro.
Para que la tragedia ajena no se vuelva propia, le sugiero que bajo ninguna circunstancia vea esta obra, aunque le invite la más hermosa y posmoderna de sus vecinas, aunque lo pique la curiosidad, aunque le broten lágrimas de aburrimiento. Por usted y por su respeto a Sófocles, ande y vaya a ver cualquier otra cosa.
martes, agosto 08, 2006

Y SERÉIS COMO POLLOS

Yo no encuentro lo escandaloso y desalmado en el motivo de mi deseo. Quiero tener un pollito porque morirá pronto.
Me explicaré. Si usted ha tenido mascotas que duren más de un mes, sabe lo penoso que es verles morir a causa de unas ruedas, del parvovirus, la comida envenenada o la tristeza de loro viudo. Es así porque uno establece vínculo amoroso aunque sea de puro verles aletear dentro de una jaula o pecera. La verdad a mí me gustan más las mascotas con las que puedo tener contacto táctil. Ya sabes, recostarme en su caparazón, hacerle cosquillas, estrujarlo o levantarlo en brazos para mecerlo al tiempo que le canto cañan-gas ñan-gas, cañan-gas ñan-gas.
Los pollos sólo llegan a gallos en pueblos y en criaderos. Si adopto uno lo querré y le daré buen trato, pero mi cariño no será tanto para enjugar mis lágrimas en su velorio. Yo tampoco quiero marchitarme sino morir joven como pollo del mercado. Quiero morir como los romances que no concluyen con el hastío sino con vivos fervores, mejor aún: joven y sin padecimientos como la durmiente víctima de un vampiro.

viernes, agosto 04, 2006

A SUS PIES (SI NO LE RUGEN)

Ayer fui a la Facultad. Campechana que andaba en aquellos lares cuando me encontré con alguien. Digamos una persona que considero portento de la Filosofía. El nombre omito, pues me ofende escuchar horror, lo suyo es tiranía, en realidad ni sabe tanto nomás simula u otros disparates por el estilo. De cualquier manera lo sorprendente no fue verle, puesto que lo he hecho durante ponencias y en un curso que duró dos semestres. Es más, una vez le atendí cuando trabajaba en gran librería de la ciudad; dicho sea de paso que no logré hallar los libros que buscaba debido al inminente soponcio. En fin. Lo que desconcierta es que me recuerde, pues nunca hablé en su clase. Con decirte que en aras de no ser obligada a participar, solía sentarme en un rincón y orar al tiempo que apretaba un rosario contra mi pecho.
A veces un saludo es cosa menuda, cosa de nada, nimiedad. Estoy segura que lo olvidó de inmediato. En cambio yo pasé el día con la bulla dentro, porque me dijo Holalivi y además me sonrió.