LA TROMPETISTA DE FALOPIO: julio 2010



martes, julio 06, 2010

HISTORIA DE UN TLACUACHE Y UNA REVUELTA BURGUESA.

Esto es ficción. No pasaría en México.

El tlacuache
Una asociación de padres de familia funda una escuela privada. Un señor abogado de laonda del amiguismo y el influyentismo dice: ¿ah sí? Pues quítense que ahí les voy. Mete en la cárcel al presidente de la asociación, se vuelve socio mayoritario, les echa policías a los maestros que se rebelan, continúa su carrera de abogado distinguido por sus trácalas y chanchuyos, corre injustificadamente a quien le lleve la contra, nos baja el sueldo, de un día a otro, así nomás por sus calzonzotes, nos niega el derecho a antigüedad, al seguro social y, háganme ustedes el favor: se postula para la presidencia de la CNDH, mientras tanto, cada martes, invita a sus amigos magistrados a uno de los planteles de la escuela, donde ofrece barra libre a cambio de un dinerito, questo quelotro: ¡salud!

La revuelta burguesa
Mientras cobraba inscripciones, esta alimaña abre la puerta para rentar el espacio a otra escuela. Cierran trato, a espaldas de los demás socios. No dice, sino que manda decir a trabajadores y a padres de familia: ahí se ven, la tlapalería cierra. Los maestros nos agachamos con el discurso del ya se veía venir. Pero los padres de familia: ni máiz, dijeron. Lo citan, se niega, acuden a oficinas pertinentes, redactan un documento, buscan medios, hacen volantes, los reparten. Una secretaria llama al señor Garralda: ay, dice nerviosa, mejor luego le llamo, y cuelga. Otra secretaria y yo nos saludamos y despedimos con un: ¡venceremos! Y nos reímos mucho. Trabajadores corren información confidencial a los padres, ellos la ventilan, se crean estrategias para proteger a algunos cooperadores. El papá dirigente se fanatiza, comienza a hablar del arcángel Gabriel que destruirá con su espada de fuego al abogado. Yo salgo de la prepa, me acerco al borlote, y TV Azteca me pide una entrevista. Está bien, digo, pero que me borren la cara y que me distorsionen la voz.
¡Que viva la revuelta burguesa!

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LA ALFOMBRA AZUL. COTIDIANIDAD Y MEMORIA.

Escribiendo sobre la cotidianidad, en un diálogo con los profesores Paulina Rivero y Alberto Constante, me puse nostálgica y decidí seguir escribiendo.
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Amaba salir del metro, caminar esa calle al final de la tarde, pasar a la panadería, déme un pan de queso, una tortuga y un chinito para mi suegro. Llegar a aquella casa, tocar el timbre. Un beso, una alegría que lo abarca todo. El perro saluda. Entro. Piano, tapete, candil. Saludo a mi suegra, ay señora, tanto quiero contarle. ¿Para cuándo la tesis?, pregunta el suegro; ya merito, contesto. Ella me hace reír en el camino al cuarto. Yo amaba ese cuarto. Alfombra, cortinas y colcha azules, libros, caracoles, un cántaro, papeles y plumas de colores. Un abrazo prolongado. Después, en la noche, salir a la calle, comprar películas a la señora rubia con botas y la cara roja. Volver a casa. Hablar. Besarnos. Dormir.
Amé La casa del té, la alfombra azul, las quesadillas de la mañana, nuestros domingos en la librería y dormir siempre de la misma manera, que era la mejor manera. La memoria es bondadosa, barrió el polvo y dejó limpio el recuerdo de la cotidianidad que más he amado.

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