LA TROMPETISTA DE FALOPIO: julio 2006



lunes, julio 31, 2006

INOCENTE PALOMITA. O DE CÓMO A UNO LE VEN LA CARA DE PAISANO

Cuando trabajaba formalmente, mordida llegaba a mis manos la quincena. Tarde que temprano descubrí que el banco me descontaba los dineros, pues la señorita que autorizó mi tarjeta de débito, no desaprovechó la oportunidad de enjaretarme un seguro, sin que yo me diera cuenta. Firmé aquel documento, sí, porque confiaba en que era uno de los trámites necesarios. Inocente palomita.
Qué decir cuando se pretende adquirir tal o cual producto en una gran empresa, como es inevitable a veces. En tal caso hay que llevar siempre la lupa, con el fin de no soslayar alguna restricción o cláusula del tipo “promoción válida hasta el día de ayer” o “descuento único para hijos de marineros muertos en el cumplimiento de su deber.” Aun cuando se cree haber hallado una oferta afortunada, es menester constatarlo con empleados pertenecientes a distintas jerarquías: mostrador, supervisor, gerente e incluso no sobra hacerlo cuando se está a punto de pagar, no vaya a ser la de malas y la cajera diga se equivoca, el descuento aplica a todos los productos con excepción de la línea de perfumes Cordelia-Pupurucci
Por todo ello, en la medida de lo posible prefiero ir a lugares de estructura menos burocrática, como las fondas, pequeñas tiendas, sobre ruedas y puestos ambulantes del centro. Figúrate que conversaba con una amiga en un café medianamente modesto y que contenta estaba contenta hasta que llegó la cuenta.
Yo- me estás cobrando el doble del precio señalado en la carta.
Mesera- sí, es que ese no es un helado sino un postre italiano.
Yo- no. Es un helado dentro en una cáscara de coco y con un chocolate en la punta.
Mesera- se equivoca, es un postre italiano.
Yo- ¡pero pedí un helado!
Mesera- sólo había postre italiano y su precio es el que está anotado en la cuenta.
No es la moneda de más ni la desilusión, lo amargo es el sabor que deja ser timado. A este paso, en un par de años me veré en la necesidad de fabricar mi ropa, cultivar mis legumbres y engordar mis conejos, gallinas y marranos.
viernes, julio 28, 2006

DEL ANECDOTARIO

Ésta es la historia más cursi que he relatado. Así que está a tiempo de retirarse, lector que tiene problemas con lo florifundio, pastel o moñudo.

Era mi octavo año consecutivo en una escuela franciscana. Había misa en toda clase de ocasiones. Ora por ser día del padre, ora por honrar a la virgen guadalupana, ora por ser miércoles de ceniza, ora por celebrarse el quincuagésimo aniversario del santo patrón del convento del doliente Jesús del huerto. Eso sin contar los encuentros cristianos, los rezos diarios y el ángelus que sonaba a medio día. En ese contexto me enamoré por primera vez.
No hay que ser sagaz para inferir que mi vida era simplona: cine, plaza, noches coloniales. Las fiestas y tardeadas eran ya palabras mayores. Entonces llegó Leonardo a medio curso, lo habían corrido de su escuela anterior. Aunque teníamos catorce años, a diferencia de los otros él estaba cubierto de pelo, manejaba un auto, fumaba y se sentía muy león. Pero su plus era la vocación de comediante. Aun me río al recordar sus chascarrillos. Por eso me gustaba estar con él todas las horas del día escolar. Felicidades, qué vulgarrr, con tus risotadas me decía la madre María. Y el símil trillado que los profesores usaban para referirse a Leonardo era el de la manzana que pudre las contiguas. Yo me sentía feliz con mi ser manzana podrida. Mejor así, castigados podíamos pasar más tiempo juntos.
Nunca nos besamos. Estaba enamorado de una chica rubia que fumaba y follaba e iba a fiestas de verdad. Yo a veces llevaba un sandwich extra para él y en una ocasión me sorprendió juntando los bancos de la clase de informática, para que pudiésemos estar más cerca. Entre los momentos más felices de mi vida cuento aquella noche. Bailábamos en una fiesta rolas de los noventa, de pronto, sácatelas babuchas, comenzó a sonar otra cosa muy otra. Only you can make this world seem right, only you can make the darkness bright. Y durante dos minutos con treinta segundos, ojos cerrados y barbilla sobre su hombro en abrazo móvil me sentí grande como un dios.
lunes, julio 24, 2006

LA CONMOVEDORA Y VERÍDICA HISTORIA DE UNA ALERGIA

Hay de alergias a alergias. Las hay menores y las hay mortales. Las hay al polen, al agua clorada y a la ponzoña de hormiga colorada, al nylon, al bigote de gato, al perfume, al diente de león y a la escama de de pez bagre. Mi alergia no será mortal mientras viva en estas tierras, sin embargo es enfadosa y además afea el universo. Un ejemplo: puedo tomar helado durante la primavera y el verano, pero ay de mí si lo hago en otra estación del año, pues mis labios han de convertirse en chuletas. Chocante enero. No puedo asirme a un tubo o barandal sin guante y si el viento es frío y no llevo gorro las orejas se me ponen afelpadas como de oso. Pero la ocasión más espeluznante fue aquella en que a Odette y a mí nos sorprendió el aguacero con su granizo. Sin exagerar puedo decir que en mi cara quedaron marcados relieves con forma de gota. Menos mal que no llueven pelotas de béisbol o gorgojos.
En otra tarde lluviosa Pablo arrugó la nariz y dijo que no podría conmoverle algo que se hincha. Se refería a mí, claro es. I'm a human being repliqué con mis puntitos, arreboles y protuberancias.
miércoles, julio 19, 2006

DIZQUE PARIDOS POR LAS HADAS

Prefacio del 2008 a la edición del 2006: el post original tenía como doce citas; pero fue creciendo gracias a los testimonios balconeadores de otros compañeros. Sé que algunos profesores citados se han sentido cual ollitas de Chilacachapa (o sea weee, los profesores aveces leen blogs), pero que nadie se ofenda, es de buen filósofo aguantar cábula. Va pues el post.
***
A su juicio y recreación dejo las siguientes citas, escuchadas en aulas y pasillos de la Facultad de Filosofía y Letras, cuna de los más rebosantes egos.

ESTUDIANTES
- “ Aristóteles estaría de acuerdo conmigo.” El amigo de Aristóteles.
- “Tengo una teoría según la cual...” Ájale. Frase recurrente.
- “ Nosotros, los estudiantes de Filosofía no creemos en la existencia del tiempo.” Respuesta de un colega a una estudiante de Letras que le preguntó la hora.
- “Quizás no lo comprendan, pero yo soy un espíritu sublime.” El espíritu sublime, también conocido como el amigo de Aristóteles.
- “No es por presumir, pero francamente esta disertación me ha quedado brillante.” Muchacho mejor conocido como el Dalai.
- "Yo respondería, sin duda, haz de la pintura tu madre y del pincel tu hermano." El hombre epistémico, también conocido como el espíritu sublime y como el amigo de Aristóteles.
- “Debemos partir de la premisa según la cual yo siempre tengo la razón.” Víctor Mantilla.
- “Hegel es un pendejo.” Erick Llamas.
- "En la Facultad de Ciencias te preguntas qué tan alto y rápido podría volar un pajarito dadas ciertas condiciones físicas. En la Facultad de Filosofía te preguntas si el pajarito existe." Dijo el mismo estudiante a otros de Ciencias.
- "Davidson es el Derridá de la Filosofía analítica" Ibidem. Varios le preguntaron: ¿los has leído? y su respuesta fue: no.
- "Cómo es posible que se haga eso ¡con el gran arte de la lógica!" Un loco que nadie sabe cómo se llama.

PROFESORES
- “ Entonces fulanita entró a mi cubículo para pedirme disculpas y yo le contesté que no era necesario, pues una persona pequeñita pequeñita como ella, en nada podía ofenderme.” Paulina Rivero.
- “¿Cócocomo didice?” Pregunta de la coordinadora de la carrera a un alumno medio tartamudo.
- “¿Y?” Respuesta de la coordina a una objeción.
- “¡Esas son chinerías!” Exclamación de un adjunto, referida a la filosofía continental.
- “¿De qué te ríes? ¿Es acaso que soy tan maravillosa?” Preguntas de Greta Rivara a Sofía en plena clase.
- "Cómo es posible que en la Facultad de Filosofía y Letras se pongan a platicar en los pasillos de temas... mmm... (cruzando la piernita mientras encuentra el término apropiado)... de temas no-aptos." Enrique Villanueva.
- "¿No ha pensado usted mejor dedicarse a la música?" Dijo Ute Schmidt en Textos II al regresar el examen a un compañero que tocaba el violín.
- "No pienso que su argumento sea circular, pero sí creo que comienza a dibujar una curva cerrada en el espacio." Dijo Margarita Valdés a un filósofo italiano.
- "Gaos nos decía que quien no hablaba alemán era como... mmm... (cruzando la piernita mientras encuentra el término apropiado)... como cucaracha... ¡cucaracha filosófica, claro! " Enrique Villanueva.
- "Que si 'P' entonces 'Q' luego: currucucú." Mauricio Beuchot .
- “Tengo una relación de odio con Descartes, lo cual sin duda es culpa de Descartes.” Escuchado en una cápsula radiofónica del criminal catedrático del medio evo.

domingo, julio 16, 2006

DANIEL PINTA TODO EL DÍA. PINTA TODO LO QUE VE

Mala hija que soy, pocas veces visito el jardín de niños donde trabaja Carmen. Vaya sorpresa cuando curioseando en su salón encuentro algún juguete que me perteneció en la infancia, como un rompecabezas de madera, una cajita registradora, una muñeca o aquella canasta naranja de día de campo con sus conejos dibujados. Me equivoqué al pensar que si bien había donado juguetes, conservaba conmigo los primeros libros favoritos.
Figúrate que hace unos días Carmen trajo a casa un cuento que compró durante su soltería y que después pasó a mis manos. Me gustaba tanto como Chim chim chibidim, libro que en cierta sección incluía palabras que uno articulaba con otras a su gusto, pudiendo formar frases del tipo La señora y un perro jugaban cartas todos los días, me gustaba tanto como Los cuentos de Nato, que a su vez me gustaba tanto como Los cuentos de Alyonushka, especialmente esa historia de la mosquita que creía que las personas cuidábamos dejarle siempre un terrón de azúcar, una migaja y abrirle las ventanas para que saliera a pasear; me gustaba tanto como esos cuentos incluidos en las lecturas oficiales para la primaria, acuérdate de Dailan Kikfi, el elefante azul que riega las plantas cuidando no pisar las hormigas o de Muk – kum, el niño venusino con sus pantalones color pax-pax.
Impreso en la República Democrática Alemana, 1979. Cómo pude olvidarlo si me gustaba tanto. Daniel quiere pintar. Cuán familiar me parecen el niño y el pintor pintados en acuarela, con su kiosco, con sus soles, sus palomas y su gente contenta rodeando el kiosco.
jueves, julio 13, 2006

ME DUELE LA CHOMPETA. O DE COMO LA LÓGICA SORBE LOS SESOS.

La primer persona que intentó enseñarme lógica fue Tongolele. Así le apodaron mis compañeros viendo el mechón central y cano de aquel profesor, quien dicho sea de paso no sufría los alegres retortijones de Tongolele, sino que lucía tristísimo y desgarbado. En fin. La cosa es que no aprobé la materia. Ni esa ni la siguiente ni la siguiente ni la siguiente ocasión que intenté cursarla. Digamos que me convertí en una sistemática reprobadora de lógica, lo cual devino trauma expresado en el involuntario movimiento del párpado izquierdo, la náusea, el sudor frío en la nuca, el escozor y las crisis de llanto frente a la simbolización del modus ponens.
Más a fuerza que de ganas me inscribí en un curso de esta ciencia, diseñado para Antilógicos Patológicos Heideggerianos e impartido por un chico muy simpático. Aunque no lo creas, durante quince días dediqué dos horas diarias a mis clases y cuatro horas más a las tareas correspondientes. El precio fue costoso. Soñé pizarrones con tablas de verdad, el dolor de chompeta se tornó habitual, anduve ojerosa, perdida y morosa por los pasillos de la facultad; a punto de perder la chaveta y no siendo mi voluntad así expresarme, comencé a decir cosas del tipo: no es el caso que sea falso que si y solo si haces una fiesta entonces llevo la canción El Santo y el Carvenario
De cualquier manera, lo más extraño, lo que intriga y desconcierta es que esas clases me han dejado un sabor agridulce. Tentada estoy a pedir una cucharadita más.
sábado, julio 08, 2006

VIENES, FOLLAS Y TE VAS.

A Diego, Pablo, Mijael y Claudia. Grandes amigos.
Amor loco, yo por vos y vos por otro.

Ellas dicen que están saliendo con alguien, que no necesitan etiquetas para designar lo que ambos tienen, pues a final de cuentas la vida es sólo una colección de instantes. Sin embargo, la feliz actitud de vanguardia dura menos que un pun en la mano. Pronto llega el día en que aquellos ya no son considerados compañeros del instante, sino golosos, maestros del ardid, infames, reyes de la patanería: unos cabrones, todo eso dicho entre lágrimas, alaridos y golpeteos en la mesa. Una amiga muy cercana sostiene que los hombres son casi tan malos como lucifer.
Amor trompetero, cuantas veo, tantas quiero.
Augusto dice que cuando sale con alguien no vacila en ser cortés, lo cual se ha prestado a malas interpretaciones. Las compañeras del instante creen que ya por eso él debe monogamia, rendición de cuentas, cartas amorosas y domingos compartidos. Que por qué no echa raíces: porque hay más chicas, muchas, dice y de ahí salta hacia Foucault. La represión sexual en occidente, la monopolización del cuerpo, la mujer que se siente monja o hetaira sirviendo en ambos casos al patriarcado, etc. Interesante, Augusto, pero eso no te libra de ser un pitoloco, más bien te convierte en un pitoloco foucaultiano.

El hombre es fuego, la mujer estopa, llega el diablo y les sopla .
Tengo la impresión de que el “vienes, follas y te vas” es la manera dominante en que los tipos de nuestra generación
viven la sexualidad. Sin embargo, decir que son malos cuando hemos entrado al juego, parece implicar que nuestro papel ha sido de víctimas, es decir, de seres cuyo destino está en manos ajenas. No obstante, conocimos las reglas previamente. Mi pregunta es si tenemos que aceptarlas cuando otro es el modo en que vivimos la sexualidad, cuando las más de las veces aspiramos a la juntura en tonos pastel, cuando aun vivimos el amor cortés.
Aunque esto es más que un conflicto de comunicación, podría ayudar ser más claros. Decir, por ejemplo:
1) Qué tal, quiero cartas de amor y rebanar el queso en Chapultepec, así que evítame la pena de dármelas de mujer fatal.
2) Menos mal que preguntas, porque yo sólo quiero follar contigo.
miércoles, julio 05, 2006

EL MISTERIOSO CASO DE LOS TRES JOSEFITOS

Tapetazo me comparó con la enfermera que al acariciar un bebé le hunde la mollera. Pertinente, triste analogía. Figúrate que hace un par de días introduje mi mano intrusa en el nido para acariciar a los polluelos. Como hasta entonces no se habían quejado, creí que les gustaban los mimos. De súbito batieron las alas, ralas de plumas y descendieron, mas no descendieron como las aves cuando vuelan. Su descenso fue vertical, más no vertical como si cayeran en picada. Digamos que los vi desaparecer de mi ventana paraditos y con las alas en movimiento.
Con el corazón en los talones bajé corriendo las escaleras, esperando lo peor: hallar sus cuerpos ya sin vida tres pisos abajo. Con esas casi alas ninguno de los Josefitos pudo ir lejos, aun así, desconozco su morada. Qué misterio tormentoso y qué gran culpa me consume el alma.
lunes, julio 03, 2006

NO ME CONVERTIRÉ EN ACELGA

Hay creencias maravillosas en torno al presente y al futuro. Cuando era tan pequeña que al caminar me pisaba la minifalda, creía por ejemplo en la existencia del monstruo del lago Ness. Corrijo: estaba obsesionada con ello. Quería ser investigadora de monstruos. Y por qué no. Fantasmas habitantes de castillos y otros menos elegantes, duendes, demonios, brujas, nahuales y toda clase de inexistentes seres alados me tenían embebida en lecturas y especulaciones. Entre los días más tristes cuento aquel en que un cirujano confesó haber cometido fraude: la fotografía del monstruo escocés no era más que un muñeco en escala menor.
En la adolescencia tuve otras creencias maravillosas en torno al presente y también al futuro. Movimiento con oportunidades políticas de triunfo. Cumplimiento a nuestro pliego petitorio. En cambio, lo que hubo fueron baldes de pintura sobre nuestros murales. Baldes, policías y usted no diga mamá no me gustó.
Desprovistas de encanto mis aspiraciones y mis creencias en torno al futuro, ocurre que no ocurren, sino que siguen manteniéndose en la dimensión de lo fantástico. México Bárbaro me escribio Thomas esta mañana. Siento el miedo y la frustración en mi cuerpo humano. Aun así, no me convertiré en acelga, ni en tábano ni en lapicera.