LA TROMPETISTA DE FALOPIO: mayo 2010



domingo, mayo 30, 2010

DE LAS CONVENIENCIAS DE HABER NACIDO

A mí me da mucha felicidad estar viva. Qué aburrido, en cambio, sería estar muerta, ahí, bajo la tierra, viendo pasar los gusanitos. O peor: qué horrible sería no ser. Imagínense, con tanta cosa grata que hacer, lugares a donde ir, gente ilustre que conocer, y uno con nadie, en ningún lado; vaya forma de desperdiciar el mundo. Por eso me gusta salir a la calle, con los audífonos puestos, sentir que cada golpe de una percusión es un latido en mi pecho, esbozar un cuento, un viaje, una mudanza; ayudar en los trabajos constructivos; aprender, discutir, escuchar anécdotas, leer; reír, brindar, bailar con mis amigos; ver cómo la vida corta hierba para abrise paso, dormir abrazada y zambullirme en un agua clara. Por todo esto, es que a mí me da mucha felicidad estar viva.

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martes, mayo 04, 2010

I. HISTORIA DE UN CASO ESCALOFRIANTE.

1. Acerca de mi primo S.
No estoy calificada para decir que S es un genio. Pero puedo asegurar que tiene un coeficiente intelectual altísimo. Cuando tenía tres años, aprendió a sumar y a leer solo. A los cinco, empezó a preguntarse cosas sobre el universo, el infinito y la nada. Ahora tiene seis años y es un erudito en Geografía; puede decir la ubicación de cualquier país, su forma, así como su capital y el mar u océano más cercano. También tiene un manejo impresionante de la información referente a historia natural. S ha tenido algunos problemas con el control de sus emociones y la socialización.
2. En mi casa
Antes del problema que les contaré, S y otra prima, dos años mayor que él, se quedaron a dormir aquí. Más de una vez, tuve la impresión clara de que alguno de los dos estaba atrás de mí. Sin embargo, no era así. En la noche, abrí la puerta del cuarto donde dejé a los niños, y me encontré a S despierto, sentado; lo cual me produjo una sensación muy desagradable, que me cuesta trabajo describir; he sentido algo parecido en algunos lugares, digamos que es una mezcla entre malestar y un temor inexplicable. Al otro día, los niños jugaron algo que llaman: “la reina mala,” y que consiste en que la niña (la reina) se vuelve mala, entonces le ordena al niño (su vasallo) cosas como “quema todo, que no quede nada.” Este juego también me produjo una sensación muy desagradable.
3. Los primeros síntomas y el sanador.
Recientemente, el niño comenzó a tener reacciones tales como cubrirse los ojos de pronto, y comenzar a llorar de un modo desesperado, sin razón aparente; esto le ocurrió en un lugar público, así como en su casa y en la de mis abuelos. No pudo verbalizar lo que sentía, pero pidió que, tras ser bañado, mi tía lo llevara completamente tapado hasta su habitación. Donde pidió estar solo y encerrado. Por su parte, cuando mi tía estaba cerca del niño, sentía como si alguien le sobara la espalda.
Mi familia visita a un señor que estudió medicina tradicional, pero que ahora se dedica a a la homeopatía y "el manejo de la energía." Es una especie de sanador que ha ayudado a mis tías y a mi abuela, cuando la medicina tradicional no rinde resultados; por ello, mi tía llevó a S, su hijo. Cuando el sanador pasó las manos por encima del niño, se le erizaron los vellos más de una vez, se le secó la boca y dijo percibir algo que no podía interpretar. También sintió “eso” dentro del consultorio, y de hecho, los péndulos con los que trabaja (mismos que detectan el campo electromagnético de la persona) se activaron en algunas partes del este lugar. Finalmente, el sanador dijo a mi tía que él no podía ayudarlos y que debían buscar a otra persona, capaz de interpretar que era “eso” que el niño tenía consigo.
4. Síntomas más severos.
La semana pasada mi primo S no pudo levantarse de la cama. Mi tía médico notó que el niño había perdido casi completamente el tono muscular; es decir, sus músculos estaban blandos, como los de un viejito. Asimismo, estaba completamente débil. Por otra parte, el niño tenía un olor desagradable y peculiar. Sin embargo, tras examinarlo, no encontró una causa para los síntomas, al menos no desde una perspectiva médica. El niño se rehusaba a comer, lo poco que comió fue con una petición muy clara a mi abuela: “como, pero vete, pues no quiero que nadie me vea comer.” De hecho, esos días pidió estar solo, bajo las cobijas, y encerrado en un cuarto, sin que se le molestara.
5. Curandera y recuperación.
Por recomendación de una vecina, el miércoles pasado, mi abuela llevó al niño con una curandera, quien dijo que alguien había hecho un trabajo de brujería, que quizá no iba dirigido al niño, pero que recayó en él. Pidió una prenda suya y su fecha de nacimiento. Cobró 50 pesos, y aseguró que S mejoraría el viernes, y que si no fuese así, ella devolvería los 50 pesos.
Efectivamente, el viernes, el niño se levantó, comió, jugó y en suma: los síntomas desaparecieron. Aunque, el fin de semana, mi familia pidió ayuda en una iglesia, y una señora dijo que el niño tenía "algo malo" (no visible para nosotros) colgado en un brazo.

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II. ANÁLISIS DEL CASO

2. Mi sensación emocional no puede ser criterio de la existencia de algo externo. Quizá el niño tiene un trastorno de sueño. Por su parte, el juego de “la reina mala” seguramente puede ser explicado desde la psicología infantil.
3. La angustia, el miedo aparentemente irracional, el deseo de estar solo y la incapacidad de verbalizar sus sentimientos, seguramente también pueden ser explicados desde la psicología infantil.
La sensación física de mi tía (que alguien le toca la espalda) puede explicarse con base en la sugestión, es decir: el niño percibe o cree percibir algo, entonces a ella le ocurre lo mismo.
La sensación del sanador tampoco es criterio de la existencia de algo externo y maligno. Sin embargo, el movimiento de los péndulos donde no hay algo visible, es más difícil de explicar. Por supuesto, me dirán que el señor los movía, pero yo les preguntaría: ¿para qué? No necesita valerse de trucos, pues mi familia lo visita a menudo. Si hubiese querido obtener más dinero, habría sugerido que volvieran, en cambio les dijo que buscaran a alguien más, dado que él no podía ayudarlos. Una posibilidad es que, dentro del consultorio, haya algún material productor de campos electromagnéticos, material que activa los péndulos.
4 y 5
. Si un niño de 6 años, de súbito, se rehúsa a comer, pide estar totalmente solo y lo único que quiere es dormir, podríamos pensar que se trata de un caso de depresión. Sin embargo, la pérdida total de energía y tono muscular no es un síntoma. Y, lo más interesante: la depresión no desaparece por arte de magia, en dos días, sin un tratamiento psicológico. Por otra parte ¿cómo explicamos que los síntomas hayan desaparecido el mismo día que la curandera predijo? Si se tratara de un adulto, podríamos decir que fue un placebo; pero me parece muy difícil sostener lo mismo en el caso de un niño que desconoce los temas referentes a la brujería, y que fue incapaz de reconocer y verbalizar aquello que estaba sintiendo o que le estaba ocurriendo. Es, en esta parte del análisis, donde pido la colaboración de ustedes, con el fin de encontrar posibles respuestas.
Para finalizar, como en casi todos los casos paranormales, hay que decir que no tenemos pruebas concluyentes acerca de la existencia de algo externo, pero tampoco resultan suficientes las explicaciones que apelan a la razón. Ahora bien, si concedemos que estos fenómenos son posibles, habría que preguntarnos: ¿Qué serían estas fuerzas invisibles, usadas para afectar a otras personas: energía o entidades con voluntad? ¿El hecho de que sean invisibles quiere decir que son inmateriales?¿Si son inmateriales son espirituales? ¿O bien, si afectan la materia (cuerpo)podemos inferir que en algún sentido también son materiales?

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domingo, mayo 02, 2010

MUCHACHO DE PORRA

En ocasiones me digo: ya no voy a querer a este muchacho de porra. Y lo dejo de querer, hasta que lo quiero de nuevo. Otras veces, por cuestiones circunstanciales, me alejo durante meses. Bailo, escribo, leo, brindo, me enamoro, me casi caso, peleo, me reconcilio, vuelvo a la soltería, conozco gente, recuerdo, olvido, lloro, me alegro, visito, cocino. Y no veo a este muchacho, hasta que lo veo. Ese día me cuenta anécdotas sobre escritores, me hace reír o me muestra una bota que convirtió en maceta. Entonces, por alguna sinrazón, vuelvo a quererlo, un poco más que la vez anterior.

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