Nota preliminar: la parte I, querido lector, puede encontrarla a la derecha, en mi top ten de antaño.
"Uno no puede evitar que el fulano se vaya, lo que sí puede evitar es que se venga. "
Mi comadre Cló.
INTRODUCCIÓN
La Choy dice que es falso casi todo enunciado que comience con “los hombres son” o “las mujeres son.” Yo digo que en cuestiones de género (particularmente en el fenómeno que aquí nos ocupa) hay tendencias dominantes, aunque hay también comportamientos que se alejan de éstas, “constelaciones” para decirlo con términos de Jorge Luquitas, eminente filósofo que nunca dedicó un libro al tema del vienes, follas y te vas, lo cual es una lástima. Por eso es que yo me parezco menos a Jorge Luquitas y más al autor del chaca libro titulado “Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus,” lo cual, es también una lástima; pero no estamos hablando de mí.
SI TUS CARICIAS HAN DE SER MÍAS, DE NADIE MÁS.
Cito a la Choy: “a veces, cuando tengo mis dares y tomares con un recién conocido, sólo siento como si me estuviera hurgando la nariz.” La comprendo, como usted lo hace ahora, sagaz lectora. De esta afirmación puede inferirse que si no hay un vínculo emocional, en las ondas querendonas una no siente ni fu ni fa. Pero ¿qué pasa, señoras, cuando una está lacia lacia por alguien y alguien viene, folla y se va? Ah, no me vengan con que una puede asumirlo con la mano en la cintura. Por el contrario, tal como muestran los estudios del sociólogo Francois Champlain, nueve de cada diez mujeres mexicanas se truenan los dedos, despiertan con sobresaltos y chillan a moco suelto cuando el querido follador, tras venir, se va.
TRES VECES INFAME. LECCIONES SOBRE LA INMEDIATEZ.
Al respecto, veamos las tres tesis de mi vecino, mejor conocido como el Tres veces infame.
1) Es una fortuna recibir las cachondas bondades de la persona que a uno lo trae lacio.
2) En términos de placer, es preferible recibir las cachondas bondades de la persona que uno lo trae lacio, que recibir nada.
3) Uno carece de autoridad para determinar el modo y el tiempo que el otro ha de dedicar a uno. En esta afirmación descansa la máxima universal: “acepta lo dado y deja ir al dador de placer, ya vendrá otro.”
Personalmente las dos primeras tesis me parecen poquiteras. Atendamos la tercera, misma que puede reformularse en la frase que decía uno de mis changos: “yo nomás te quiero.” ¿Acaso no es éste un modo feliz de estar?
A DARLE QUE ES MOLE DE OLLA
Son los múltiples discursos de la tradición los que han sembrado el afán femenino por lo que perdura, y con ello las expectativas que a final de cuentas acuchillan. Yo digo: demandemos a Walt Disney y de una vez por todas aprendamos a gozar los beneficios de la inmediatez.
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