LA TROMPETISTA DE FALOPIO: enero 2007



lunes, enero 29, 2007

NO TODO ES CACERÍA (POST NO APTO PARA DIABÉTICOS)

Me and you
and you and me,
no matter how they tossed the dice
it had to be,
the only one for me is you
and you for me
so happy together.
No tengo vocación de esposa del Rajá, cuantimenos de mujer fatal. Hace tiempo descubrí que los arrumacos ocasionales no son para mí. Esos trotes no me divierten, ni mejoran mi salud, ni me hacen más feliz. Creo que de alguna manera he establecido estándares. A partir de las historias buenas y bellas que he vivido, resolví no aceptar menos de otros candidatos. Aunque viéndolo bien, esa palabra y su contraria suenan a encargo de carnicería "deme más maciza y menos mondongo." No es cuantificable lo que las personas dejan en uno, pero confío en que sus mercedes comprendan el sentido de la frase. No acepto menos. Para qué andar de poquitera. Y no importa que mi siguiente romance ocurra cuando esté cana y ajada y me enamore del velador del asilo.
Qué pereza ser la presa del que dice: de mosco en adelante todo es cacería. De sólo imaginarlo siento que pierdo singularidad. Qué pereza salir con tipos ansiosos por tocar un par de posaderas (léanse las dos acepciones de la palabra.) Qué molesto hablar de esto y de aquello, mientras el interlocutor le mira una con cara de ponme la mano aquí, Macorina, ponme la mano aquí. Es para respetar que alguien se enamore de un gato, que mantenga un harén o rigurosa dieta, o que use ropa interior de latex saborizado. Nada tengo en contra de ello y tampoco en contra de los galanes de fonda, don juanes de la Bondojito que abundan en nuestros tiempos. Pero qué me gusta a mí, ah, ése es otro cantar.
Pa’ que más que la verdad, a mí me gusta el beso en la mano, los regalos inútiles y afelpados, cartas, serentas, promesas y secretos motes que azucaran el pan de la merienda al pronunciarse.
martes, enero 23, 2007

HISTORIAS ESPELUZNANTES. ÑACA ÑACA.

Me gusta escuchar al tiempo que siento un crispamiento en la nuca. Escalofrío. Podría pasar de la noche a la aurora narrando aterradoras historias. Uno de los imaginarios aguadulceños es el niño negro que tiene los pies torcidos hacia atrás. Eso nomás me da miedo allá, cuando debo ir al baño y cruzar el patio agreste, pues en la madrugada no hay silencio sino bichos que reptan y serpean y miran detrás de las matas, bajo las piedras, desde las frondas, entre silbidos goteos y crujidos.
En la ciudad el tiempo no me alcanza, ni siquiera para sentir miedo. Sin embargo, de vez en cuando estoy sola en casa y vienen a mi mente historias que he escuchado desde la infancia.
A., mi tía, cuenta que cierta noche al abrir los ojos halló de pie junto a su cama un enano que fijamente la miraba. Un conocido contó a mi padre secreta cosa: su sobrino sufría ataques; vanos habían sido los intentos de intervención, puesto que no era visible aquello que en la noche entraba a una habitación de niño, a manifestarse lacerándolo. Graciela me dijo que en su armario vio una hilera de luces; y que en el lecho de su hermana se sentó un señor pálido, delgado, que le sonrío pero ella no tuvo miedo, dice, sino le invadió una sensación de paz. D., mi tío, relata que en un pueblo de Guerrero durmió en la casa de un muerto reciente y que el lecho de enfrente, vacío chirriaba como si alguien se moviera sobre él. Uno de los relatos que más me espeluzna es el siguiente: dicen que si en noche de aullidos uno se pone lagañas de perro, verá la muerte y verá los muertos que es lo que ellos ven y lo que les pone frenéticos.
Relatos de muñecas que mueven sus ojos de vidrio, de perillas que vibran, de luces insólitas, de legiones de demonios, de objetos que solos caen con violencia, de visiones siniestras, de los entes que al sonreír agrian la leche, de viajeros que enmudecieron a causa del miedo; podría pasar de la noche a la aurora escuchándolos. Por eso ahora, pídoles que cuenten al menos una historia aterradora.
miércoles, enero 17, 2007

LO QUE USTED DEBE SABER ACERCA DE MÍ

Tengo una lejana parienta que se llama Prisciliana. En secreto mamá y yo nos referimos a ella como "la tía Pichi." También conocemos a un señor que apodamos "el tío Polito" que ni se llama Polo ni es nuestro tío. Pero volvamos al tema: la tía Pichi dice que soy su dulce. Varias veces vino al defe con motivos oftalmológicos. Se hospedó en casa. Yo solía cubrirla con una cobija y sonreír y ofrecerle té y caramelos. Por eso cree que soy dulce. Pero se equivoca. Ella y mi tío Pancho ignoran que aquellos días yo procuraba llegar lo más tarde posible, para verlos lo menos posible. No saben que tras cerrar la puerta con mi cara de moño, yo rompía en llanto al tiempo que acuchillaba mi colchón y me arrancaba una a una las pestañas, porque no me gustan las visitas largas, con sus aromas, con sus ruidos invasores. No es que Pancho y Pichi me desagraden, de hecho me caen bien cuando están en su casa y me caen mejor cuando soy yo quien los visita en Guerrero.

A todo esto, parte de ustedes me recuerda a la tía Pichi. Como muchos no me conocen o me conocen poco, tienen ideas halagadoras pero torcidas en torno a mí. Luego me contactan o chismorrean por ahí y yo me entero. Por el bien de sus mercedes, porque no quiero que se me adjudiquen actividades a las cuales no me dedico, ni méritos que no me corresponden; por ello y porque estoy en las computadoras del laboratorio W.G. Leibniz y no me queda mucho tiempo, he decidido hacer pública una lista de cosas horrendas, oscuras y escandalosas acerca de mi ser.

  • No salgo cada fin de semana. En casa puedo pasar varios viernes consecutivos, recién bañada tras el entrenamiento, monda y lironda dentro de mis pantuflas color vino.
  • Tengo una lengua viperina que ¡ay de aquellos que han sido mi comidilla!
  • Odio a mis compañeros de viaje en el transporte público. No hago más que malmirarlos y malmodearlos.
  • A veces siento miedo y me quedo hecha bollo bajo mis cobijas. A veces siento mucho miedo y corro a hacerme bollo bajo las cobijas de mi madre.
  • No compito en esgrima porque carezco de disciplina.
  • En la secundaria me hice chinos y usaba copete (al mismo tiempo) y bailaba como Fey mientras movia mis chinos y mi copete.
  • Soy atormentada por compulsiones de tipo consumista.
  • Siempre quise aprender a zapatear.
  • Me gusta comer como marrano.
  • Estoy terminando la carrera y no sólo no he leído a Aristóteles, sino que no me interesa hacerlo.
  • Cuando trabajaba en gran librería de la ciudad adquirí un temblor, mismo que se manifiesta cada que estoy en una multitud.
  • Quiero comer cebolla cruda.
  • No sólo fui boy scout sino que además obtuve la insignia final de gacela. Hip hip hurra.

viernes, enero 12, 2007

CON EL JESÚS EN LA BOCA. ODA A LUCINA.

La culpa la tiene ella por barata. Y mi madre que la trajo a casa. No me quejo. Aquellos días yo misma, mientras me picaba los ojos y me mordía los codos, presa de furioso frenesí grité ¡mejor ella que nadie! Es cierto, me costó trabajo aceptarla, acostumbrarme a su presencia en casa. Es que Lucina, siempre con caprichos y necedades y violentos humores. No me quejo. Le he tomado un cariño delirante. A menudo la pasamos felices en juntura. Me gusta tomar sus manos, confiarle mis secretos. Así pueden transcurrir las semanas, limpias de amargura, pero llega el día en que enferma y ahí la tienes, pálida y tiesa, amada inmóvil, cuando no enmudece habla sin coherencia, cómo me atormenta.
Esto cuento porque en dos días se alejará de mí. Quiero llorar. Pero me aguanto. Para que su enfermedad supere y vuelva a mi lado, a Santa Rita de Casia ruego y mandas prometo. Lucina querida, maquinita, caja de retratos, epistolarios y relatos, mi caja musical, no dejaré que te incineren.
Traducción del lenguaje metafórico al literal: mi chompu tiene un virus.
domingo, enero 07, 2007

THE SWEETEST THING

Laboraba yo en una librería los domingos. Ahí lo conocí. Me dijo recomiéndame libros, anda, vuelvo a Chihuahua y quiero llevar buenas cosas. De mil amores, lo hice, de mil amores. Hoy pedí un capuchino y me trajeron un latte, hoy, por primera vez en mi licenciosa vida salí con un chico de dieciséis. Hagamos cuentas. Uno, dos, tres. La diferencia es de siete años, un presidente, un volcán en erupción y un terremoto, me escribió en cierta ocasión.
Una cita es un encuentro entre dos personas que no se conocen o que se conocen poco, ya sabes, cuando ambos sólo han mostrado un borde, una esquina de sí mismos. En la calle, en el transporte público, en las fiestas suele disgustarme la gente de generaciones posteriores a la mía. No imaginé que en norteño lugar habita un muchachito con su pluma, sus juegos de cartomagia, su Monterroso y su guitarra. Un encanto que es. A., un encanto que sos.
Sábado de lotería. Pedí un capuchino y me trajeron un latte. En la mano tengo un libro nuevo y una pulsera de barro negro. Obrigadinha.
viernes, enero 05, 2007

DE LOS GUSTOS (ASEGÚN) MALSANOS. O CONCHA DIGO

"Se murió mi amigo Bronco,
se fue a ver que hay más allá,
mientras le decía despacito,
nos vamos a encontrar"
¡Bronco!
Concha digo. Si escoba en mano apaleo a un caminante que ni las debe ni las teme, entonces permito que en cara me echen reproches, reclamos, polvo pica pica o argumentos éticos peréticos perimpompudos, pelados, peludos, pueden hacer lo mismo si me cachan como a la Chayito, en una movida chueca. Si miento. Si traiciono. Si un acto mío causa daño o acaso ocasiono perjuicio por omisión. Pero concha, cómo me choca la intolerancia en cuestiones de gusto. A uno le gustan ciertas cosas y punto.
Compra mi madre tres docenas de discos, qué telenovelón colombiano, la palabra “tinieblo” me ha enseñado y estoy como Borola que no se perdía un capítulo de Danilo el guajolote; picada, contenta lo cuento y los intelectuales de pacotilla me dicen qué asco ya léete a Chopenjagüer. Salgo, camino y a un chico yo miro y me dicen amigos horror, serías la número uno en el concurso nacional de mal gusto. Concha digo, concha su madre, que si el conductor de la tele es idiota, que si la Lila apabulla con tanto folclor, que si el Manu es naco, que si Kusturica demasiado chairo ¿y? Exijo libertad para expresar mis gustos malsanos.
Concha digo, cada quien, cabemos todos en cuestión de gustos, no hay que ser, dejen ser, que en cueros anden los adánicos, al agua patos que en chor se avienten a la alberca los provincianos, que a grito pelón que a pleno pulmón canten los despechados, usénse los piercings y los mocasines, la greña y la pelona, arriba los que están entrados en carnes y los tronantes de tanto hueso, chance para la finura y la guarrada y la carne cruda, lo liviano y lo clavel en la textura, rienda suelta a las obras retro y a las posmo, luzca ceñida al cuerpo la negrura o el color que chinga la pupila, suenen los violines y el bajo y las matracas y que viva la Francia.