LA TROMPETISTA DE FALOPIO: febrero 2010



sábado, febrero 20, 2010

EL AZAR, LAS APARIENCIAS Y UNA ERMITA.

Exactamente hace una semana, me dice mi je(fecita)chu(la): vamos a comer lejos de aquí ¿no? Y le contesto: camarón, dijo el ostión. Tomamos la libre a Cuernavaca. Yo iba cante y cante “attenti al lupo, attenti al lupo, livin’ together, uo-o-o-o…” Después de un rato de manejar, mi jechu decidió retornar, rumbo a una cabaña donde vendían comida. Para el coche, y vamos viendo a un ñor, quien creyó que nos habíamos detenido para darle un aventón. Estaba viejiiito, viejito, y usaba un sombrero y un morral; creímos que era un campesino. No tuvimos corazón para negarle el raid, de modo que en vez de retornar, seguimos derecho hasta Tres Marías, que es hacia donde él iba.

LA MAMÁ: ¿y a qué va?
EL SEÑOR: a ver al cura, porque estamos haciendo un libro.
YO: ¿sobre qué?
EL SEÑOR: sobre los nombres náhuatl, los nombres originales de los pueblos de México.
YO: órale ¿y a qué se dedica usted?
EL SEÑOR: Soy profesor.

Total que se presentó como Salvador Núñez, nos contó que vivió muchos años en el gabacho, dijo que sus libros se venden en El Sótano, nos explicó por qué Tres Marías se llama así, de quienes son las cruces blancas que están en el camino, el origen etimológico de algunos nombres que tienen los pueblos. No sé como, en tan pocos minutos, alguien pudo decir tantos nombres, fechas y acontecimientos. Y yo quería decirle: péreme, maestro, deje saco una libreta para tomar apuntes. Al despedirse, nos dijo que podemos visitarlo ahí, donde lo recogimos, pues tiene un rancho llamado La cima. Es un lugar ecológico, hay cabañas, un criadero de colibríes, lámparas con luz solar y nada de electricidad. Agregó que esa noche irían unos chamanes a hacer "una velación." Y, por primera vez, me dieron ganas de probar, un par de días, la vida de ermitaña.

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martes, febrero 16, 2010

BUPSHUBOPSHUWA

No es voluntario. Primero lo siento en los hombros, entonces los muevo uno arriba, el otro abajo, o hacia delante y atrás, según sea el ritmo. Después lo siento en la cadera, baja hacia las piernas, sube hacia los brazos y corre por los dedos. Según recuerdo, cuando era niña me chocaba que mis tías me sacaran a bailar, mejor dicho: que me arrastraran a bailar. No sé si ocurrió de golpe, con una rola, o si fue algo gradual. La cosa es que ahora no puedo dejar de moverme con la música feliz.
Creo que es bueno bailar porque se está contento o triste, solo, acompañado o nomàs porque sí. A mí me gusta bailar sola, para brincar a mis anchas al ritmo del hippy hippy shake, mmm bop ba duba dop, a-well-a bird bird bird b-bird's the word, pala paloma paloma pala paloma, yo! pump the jam pump it up pump it up, pipipí, ajotajó, wooly booly, mambo qué rico el mambo, who put the bump in the bompbopopbomp'a, y otras rolas que, por ser tan malas, harían llorar a la Sinfónica Nacional, pues el buen gusto excluye, pero el baile no.

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jueves, febrero 04, 2010

EL TRANSPORTE Y LOS MALANDROS

Organización espontánea
La otra noche estaba en la base. Me salieron barbas, y del micro ni sus luces neón. Entonces volteó un señor, dijo: estos microbuseros, hijos de la madre, dejan de cargar pasaje cuando quieren, salen a la hora que se les da la gana ¿o no, señorita? Yo contesté: tiene toda la razón, además manejan como si vinieran solos, son unos verdaderos malandros. Total que ambos hicimos grupo con otros vecinos, de modo que seis, en total, nos dispusimos a tomar un taxi, pero como a veces no quieren subir tanta gente, una señora propuso que fingiéramos ser familia. Nos trepamos al coche, pregunta el taxista: ¿de aquí a Six Flags (por aquello del auto sardina)? Y nosotros: jajaja. Total que los vecinos llegamos a una misma conclusión: los microbuseros son malandros debido a que lo hemos permitido; por eso, en el camino hicimos un pliego petitorio, decidimos a quién enviar el documento e incluso nos repartimos tareas. Poco a poco, cada pasajero se fue bajando, al tiempo que decía frases como: adiós familia, o hasta luego, tío.

El malandro buenaonda.
Ya sé ya sé, es un mal hábito el tomar taxis. Y es peor tomarlos sin fijarse si son piratas. Hoy hice eso. Tenía tal prisa, que me subí en el primer objeto rodante y rojidorado que pasó. Una vez dentro, me di cuenta de que el coche no tenía tarjetón, ni calcomanías oficiales, ni taxímetro; lo que sí traía era una especie de baffle, con los cables afuera, así como una palanca dorada, con forma de cabeza de chivo. Y que voy viendo al conductor: a-su-mechísima, era igualito a los que salen, portando una pistolota, en las noticias sobre las bandas atrapadas; prejuicio fundado o infundado, sigo pensando que era un malandro, mismo que conducía que daba miedo. Yo procuré ser amable, mientras me agarraba al asiento con veinte uñas y lo oía mentarle la madre a todo el que se le ponía en frente, de pronto mete la mano bajo el asiento, pienso: ¡la fusca, ya me morí! Pero lo que sacó fue un poco de estopa con que limpiar el parabrisas.
Finalmente, el conductor me dejó en la puerta de mi trabajo, no sin antes decirme: tómate una taza de miel con harto limón, para que se te quite la tos. De paso me deseó un bonito día, yo contesté: igualmente (lo cual espero que no equivalga a: que le vaya muy bien, que robe mucho hoy.)

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