LA TROMPETISTA DE FALOPIO: marzo 2006



viernes, marzo 31, 2006

CON TODO Y TODO

“Deseamos lo bello, lo bueno y lo verdadero y deseamos poseerlo si carecemos de ello, o conservarlo para la posteridad si es que ya lo poseemos.” He ahí una de las nociones socrático – platónicas del amor."
Ahora que como no somos atinados cual Sócrates, a veces nos parece bello cualquier engendro posmoderno, bueno lo que es malo como la carne de cerdo y verdadero lo que es más falso que la cacareada inocencia del gober precioso. Mas no siempre el destino es así, trágico, puesto que en ocasiones, cuando no andamos tan perdidos, podemos ver lo realmente bueno y bello que hay en otros. Un lunar, el pliegue de un vestido, un bucle, una forma de mirar, un caminado, una ocurrencia maravillosa, un pasado, un modo de vida.
De las cosas que he deseado, pocas como aquella historia de dos, que aunque breve, la tengo por bella y por buena. Se opina que el hubiera es la conjugación más estúpida del verbo haber, quizás, pero aun así yo aseguro que de saber en qué acabaría, igual la hubiera vivido, con todo y todo, con su dolor, su devenir, su que dice mi mamá que siempre que no. Porque tarde o temprano se cae en la cuenta de lo vaporoso del objeto deseado, pero mientras uno cree poseerlo qué bien que le viene qué bien que le va, viva la alegría, jajajajajá.
lunes, marzo 27, 2006

RELATORÍA DEL CASORIO.

Ésta es una historia verídica.

3:00 p.m. Catástrofe. Con la novedad de que a la boda no irá mi primo Eliuh, pareja oficial de bailongo.
5:20 p.m. Mi contemporánea prima se convierte en la seño Wendolin. Quién diría que hace veinte años le dejé roja la nariz de una mordida.
5:23 p.m. A dos mesas de distancia veo una vieja “amistad” provinciana, pero hago como que no. Al fin y al cabo ya pasó mucho tiempo, de modo que puedo decir estás rete cambiado, figúrate que no te reconocí.
5:25 p.m. la banda del pueblo toca la Diana, para seguir con grandes éxitos musicales como la marcha de Zacatecas y camarón pelao.
5:30 p.m. Una señora se levanta y grita: triquititriqui triquititá y yo volteo a verla con cara de signo interrogativo. Los doscientos invitados comienzan la porra para los novios. Y así cada vez que algún otro convidado dice a grito pelón triquititriqui triquititá.
6:00 p.m. Los padres de la novia pusieron un becerro, los del novio mataron una marrana. Mucha comida y mucha cerveza.
7:00 p.m. Recibo la primera invitación a dar el taconazo. Un bigotón, entrado en carnes y en años y encima no puede fijar la vista. No, gracias.
7:30 p.m. Mi prima Brenda me presenta un muchacho, que orgulloso se hace llamar Chucky. Guiña el ojo y me invita a bailar. Yo nunca he bailado éso, pero te prometo que cuando cambien el ritmo me levanto, je.
8:00 p.m. El vals de los novios. Llaman a todas las mujeres a rodearlos valseando. Nooooo, yo los veo desde aquí.
8:30 p.m. Tercera, cuarta, quinta y sexta invitación a bailar. Otra vez la burra al trigo. El amigo del amigo de mi tía insiste, pero si me animo tendré que sostenerlo yo. No. Soy arrítmica.
9:00 p.m. Recibo una finura de piropo: qué chulada y de máiz prieto. Áaaaaaaalgame.
9:05 p.m. La Seño Wendolin me pide que la acompañe fuera del jardín, donde se pone a llorar porque su recién marido anda de ojo alegre. Odio decir “te lo dije.”
9:30 p.m. Bailo con mis primas la única pieza de toda la noche. Y por pudor no diré cuál fue.
9:45 p.m. Séptima invitación a bailar con un provinciano. No dice dice, es que estos tacones son demasiado altos..
10:00 p.m. Una hora escuchando al tío Pancho decir que me adora, pero que Pedro Tapia, mi abuelo, es un cabrón y que cuando lo vea de nuevo... le meterá un balazo. Ay tío, ya no la hagas de emoción, el día que vino no le diste ni un pellizco. Y a mí no me andes dando clases de moral.
11:00 p.m. Se arma la gorda. Un borracho amenaza a mi tío Pancho con un cuchillo en la mano. Al final este pariente logra quitarle el arma punzo cortante y nos la presume. ¡Uy tío, si te lo clava te mueres! Pero de tétanos porque está bien oxidado.
11:30 p.m. Mi prima Brenda suplica que bailemos regaetton. Nanay, tengo mi dignidad.
12:00 a.m. Nos despedimos. El padre de la novia promete que si me caso en el pueblo él pondrá toda la comida. Fírmalo, tío Chuy, total, tienes muchos años para ahorrar.
Moraleja: más vale primo Eliuh en mano que cien bigotones zapateando.

viernes, marzo 24, 2006

A DARLE QUE ES MOLE DE OLLA

Escribo, lector, poco antes de zarpar rumbo a Apipilulco, pueblo honorable, cuna de luminarias, donde mi contemporánea y ojiverde prima celebrará sus nupcias, en las cuales soy madrina y arriesgo el físico, porque no está usted para saberlo ni yo para contarlo pero los únicos que desean tal casorio son los prometidos. Las respectivas familias: ¡no señor! Y me incluyo porque no me gusta que ese hoy hijo de vecina y mañana primo reprima a mi parienta así: "órale *inche trompuda ¿a quién volteastes a ver?." A pesar de ello, mi civismo sin par me impide lanzar una botella contra la tatema de algún paisano, pero ignoro cuáles sean los modales de otros convidados.
Aunque temo que se desate un zafarrancho de Dios Padre, parto, pues me esperan mis primos, algunas amistades provincianas, la tambora y mis tacones de aguja.

miércoles, marzo 22, 2006

YA NOS CARGÓ EL PAYASO. O DE CÓMO ESTROPEAR LA ATARAXIA

Figúrate que estábamos en la clase de un gran profesor, mismo que con fines ocultadores llamaremos: QPCHI. Se me ocurre entonces preguntarle a Sofía, bajito:
- ¿Cuántos años crees que tenga QPCHI?
Ella, sorda, creyó que mi pregunta había sido:
- ¿Cuando sueñas sientes que te caes?
A la cual respondió:
- Uy sí, siento que me caigo por unas escaleras.
Pero yo, creyendo que hablábamos de QPCHI escuché:
- Es tan viejito que se cae por las escaleras.
Tras un ir y venir de notas superamos la confusión y nos cargó el payaso. Lo conocemos bien. Apretamos puños, nos hacemos bollo en el pupitre y procuramos no voltear a vernos; anyway, el temblor Sofía y sus ruidos guturales me indican que está a punto de romper en carcajadas, de tal modo que tengo que morderme los cachetes y hacer tremendo esfuerzo para contenerme. En cierta ocasión otro profesor advirtió uno de esos accesos de risa y con corazón estoico se dirigió a nosotras del modo siguiente:
- “Chiiiiiiiiicas, mantengan la imperturbabilidad de sus aaaaaalmas.”
Aquella tarde, al concluir la clase pedimos disculpas al maestro, quien chocó sus menudas y seniles palmas con las nuestras. Sin embargo temo que el final no siempre sea así de feliz, por ello procuro sentarme lejos de Sofía, pues cuando no apoya la peluda pierna en mi pupitre, hace muecas, o señala el prominente labio de algún compañero, o me envía un dibujo obsceno, a mí, cándida avecilla, ataráxica educanda que no pretende más que concentrar su atención y energía en el cultivo de su espíritu.
viernes, marzo 17, 2006

CON EL HÍGADO EN LA MANO

Un tic embrionario.
Decir que ciertos sonidos me desagradan es poco. Por ello, al viajar en el transporte público procuro sentarme lejos de otras personas, pero nunca falta, lector de mi cucharón, el niño que recién salió de la primaria y que se sienta a mi lado con todo y sus frituras. No creas que las mastica con la boca cerrada, como criatura de bien, sino que se embucha un puño que rumia mientras platica y crujen que crujen las frituras en mis oídos. Qué decir de la señora que truena el chicle y hace bombas, del durmiente que ronca o del adolescente soez y gritón que escucho aunque esté en el extremo opuesto del autobús.
La neurosis en su esplendor.
Sin embargo, nada puede hacerme rabiar tanto, lector, como los constipados o alérgicos compañeros de viaje, pues aspiran con fuerza y de modo ruidoso. En mi neurótico y aguijoneado corazón me represento fantasías homicidas, pero claro, no hago más que apretar los labios, morderme los cachetes, sudar y verle con mi mejor cara de escopeta. Figúrese que este semestre abandoné la clase de Carlos Oliva, quien es chestertoniano, sí, docto en temas de estética, sí, pero insufrible me pareció su burbujeo nasal.
De los males el menor. O un final casi feliz.
Si no fuese tanto el pudor, me enjugaría las lágrimas con la solapa de este catedrático, o con el floreado vestido de mi compañera de viaje, le diría que dispense mi asesinato imaginario, que haga favor de sonarse la nariz, que seguramente es una buena persona pero que yo, con esta feroz intolerancia no puedo más que odiarla.

FINA MI METÁFORA

Habiendo probado langostino, creo que ya no se me antojarán los frijoles. ¿Será, tú?

martes, marzo 14, 2006

ÉSA ES MI VELDÁ

Niego rotundamente las acciones que me puedan ser atribuidas el pasado 11 y 12 de marzo. Yo no descompuse los cerrojos de la casa de Sofía, no pinté una estrella satánica en el techo, no exigí las canciones de José Alfredo, no metí el sillón que estaba en la calle y tampoco dormí sobre éste (no digo quien lo hizo porque Edna podría ofenderse), no dejé las huellas de mis manos santas en las paredes, no apabullé al prójimo con discursos inconexos, no me bañé en la madrugada, no llevé puesto un vestido y un rebozo que usaría Beatriz Paredes, no lloré, no importuné preguntando la identidad sexual de los convidados, no discutí con mi hombre puesto que no tengo tal, no me enojé cuando quitaron la música del maestro Mike Laure, no asalté el refrigerador y mucho menos abrí la puerta y vi al novio de la anfitriona cual Adán.
Agradezco públicamente la afable hospitalidad de Sofía. De pasito (tuntún), agradezco la compañía de Edna y Pablo en tan fina velada, así como los sabios consejos de Kora (novia de Mario) de los cuales recuerdo el siguiente: "consíguete un novio de Nepal, un negrote ¡pa' que te cargue!"
viernes, marzo 10, 2006

PA' QUÉ DISCUTO CON GUME

Bautizar un infante con el nombre de Gumersindo es sin duda gran atropello. Consciente de éste, la familia llegó al acuerdo de llamar “Gume” a mi tío abuelo. De las pocas veces que le he visto, nomás una recuerdo con claridad. Tuvo lugar en Río Hondo, su pueblo natal, cuando fuimos a visitarlo y prometió a Memo y a mí presentarnos al abominable hombre de las nieves. Qué emoción la nuestra, ilusionados con la promesa de conocer en monstruo –que no en persona- a tal personaje. El tío Gume no se equivocó, aquel hombre era abominable y vendía nieves de todos colores, aromas y sabores.
Quizá por ello recuerdo al tío como un señor que no miente. Sin embargo, mi abuelo insiste en que Gume no sólo dice cantidad de cosas falsas, sino que además se empeña en sostenerlas. De ahí una de las famosas frases proferidas por mi abuelo, la cual ha rebasado el dominio familiar alcanzando el vecinal. Cuando nosotros, los Tapia, nos encontramos frente a un interlocutor que a más de estar equivocado, no escucha razones por ser terco en demasía, decimos “pa’qué discuto con Gume” y damos media vuelta.
Siguiendo con las anécdotas en torno al personaje que es mi abuelo, comparto este dicho que con mayor justicia podríamos tener como máxima a la altura de un imperativo categórico, y que sin duda te será de gran utilidad en las discusiones venideras, porque no podrás negar, lector, que nuestro mundo está plagado de tíos Gumes.

ÁAAAAAAAAALGAME

A saber cómo he de repartirme durante este semestre. Dígamelo usted. Cada semana tendré que asistir a cinco clases, entre las cuales hay una cátedra extraordinaria con sus correspondientes lecturas en inglés; estar al pendiente de los tres cursos en los que me niego a presentarme; entrenar dos horas diarias esgrima; comer los miércoles en compañía del sacristán que tengo por papá; vender aretes al menos un día; acudir a dos sesiones psicoanalíticas con un simpático señor oriundo de Argentina; dedicar el tiempo necesario a escribir y ejercer los domingos mi papel de asalariada explotada.
El plus: recreativas reuniones con mis compadres, un par de guarapetas y las lecturas para mi solaz.
martes, marzo 07, 2006

MI ABUELO

Tener a Pedro Tapia de abuelo, es lo mejor que a una puede pasarle, máxime si esa una es pequeña y su padre tirano.
Perico empezó a trabajar a los ocho años, como chícharo en una peluquería, más adelante se ejercitó en menesteres hidráulicos, carpinteros, deportivos, culinarios e históricos; es ducho en el arte del chascarrillo, el guapachoso zarandeo y en antaño hacía de Don Juan. Recuerdo cuando lo presenté a la madre Socorro, cuyo hábito monacal no le impidió mirarlo con ojos golosos y estrujarle la mano durante dos minutos, porque no creas que en esos años mi abuelo era un viejito giboso y ajado, no lector, Pedro Tapia andaba de un lado a otro, levantando pesas y suspiros.
Durante lustros tuve al abuelo para mí solita. Me enseñó a brincar la reata, anduvimos en bicicleta, me propinó algunos almohadazos, se subió conmigo a la montaña rusa y hubo de jalarme del suéter y palidecer cuando me escurrí en el asiento durante una pendiente. Mientras papá me reprendía a causa de los nueves en mi boleta, Pedro Tapia vitoreaba dieces y cuentos y fue él quien llevándose las palmas, conmigo bailó Nereidas cuando cumplí quince años.
Figúrate que algunas semanas atrás, lloricosa le dije que tuvo razón, que me había precipitado, que mi expectativa rebasó lo viable. Sin éxito intentó consolarme, con el típico discurso de maaaaaaanda al susodicho a ondear changos de la cola. Más tarde, viendo el abuelo que seguía acuitada y habiendo fiesta familiar, por primera y quizá única ocasión le escuché decir: “sirvan dos tequilas, uno para mí y otro para mi niña, porque hoy vamos a ponernos hasta las chanclas.” Y brindamos.
Espero que lejano sea el momento de adiós decirle a Pedro Tapia, mi abuelo, pero aun después de ello, como antes, como ahora, seguiré viéndole como padre y muso a la vez.
viernes, marzo 03, 2006

AHORA ES CUANDO HIERBABUENA

Cuántas veces, a lo largo de nuestra disoluta vida hemos escuchado la frase “ahora no.” Cuando uno deseaba zamparse un litro de helado antes de dormir, o dormir cuando era tiempo de hacer la tarea, o sacarse los mocos frente a las amigas de mamá, o jugar a media noche con los regalos hallados al pie del pino, o bailar en el velorio del tío Ramiro, o en clase morderse los cachetes de risa, o comer sin cubiertos, o unirse a una fiesta de excesos, o abordar un tema peliagudo, o adquirir un par de coquetos zapatos, o mandar a alguien a ondear changos de la cola, o besarlo, o o comenzar un proyecto maravilloso.
Al menos a mí, esa frase ya me tiene hasta la tablita de los merengues. Aquí hace falta una inversión, un repentino y urgente revés: ahora sí. O como quien dice: ahora es cuando hierbabuena has de darle sabor al caldo.

LA MUERTE TIENE PERMISO

-¡Bah! Todo es inútil. Estos jijos son irredimibles. Están podridos en alcohol, en ignorancia. De nada ha servido repartirles tierras.
“La muerte tiene permiso.” Edmundo Valadés.

$750, 000. Precio de la vida de un minero. Lloren esposas e hijas y compañeros los restos que yacen bajo tierra. Nosotros no, porque nada nuestro fueron, porque somos la generación posmo y queremos divertirnos. La bomba que estalla, el muerto a balazos, la invasión que es y las guerras que fueron, todo nos es ajeno.
Qué feliz correspondencia. En el periódico y en el noticiario hay un muerto anónimo; en casa nosotros, leyendo o viendo la noticia, anónimos también, inmersos en la homogeneidad de esta generación de porquería.