LA TROMPETISTA DE FALOPIO



sábado, agosto 13, 2016

AMOR TRANSMARINO Y RELATIVIDAD DEL TIEMPO


Para Ricardo Liberal

El departamento 501 de mi edificio ahora es bastante más que el departamento 501 que era hace un mes. Lo mismo le ocurrió al mercado de la colonia, al concurrido destino para vacacionar, al yogur que fabrican especialmente para gigantes y a las donas cubiertas de azúcar y coco. Lo más extraño es que al tiempo también le está pasando algo: se comprime en un punto, se dilata, un día es un mes y una semana dura dos días. Figúrense: nuestro encuentro fue en este verano, es decir: hace algunos años. Nostalgia y alegría. Ahora cada uno vuelve a su sitio y a su horario; una escribe, el otro duerme, y cuando el otro despierta, la una duerme. ¡Qué remedio! 

Escribo aquí porque fue La Trompetista quien, después de dos lustros, me trajo tremendo regalo: un amor transmarino. Él también es profe de filos; alegre y malito de los nervios, como yo, pero con barba y ojos grandes. A veces le digo buenhombre y otras, morrongo. Miro a Tulio, me pregunto qué recuerdos de Ricardo guardará en su menuda mente perruna. Luego me pongo un par de conchas marinas para escuchar a través del océano y binoculares para ver hacia el futuro. ¿Y qué veo? ¡Ah, eso no se los cuento!





sábado, febrero 16, 2013

ESTOY VIVA. NO ME ANUNCIEN CON EL TÍO GAMBOÍN.

Estimados lectores:

Como es evidente, mi blog está casi muerto y sólo se levanta y anda de vez en cuando,  cual paciente de la película Despertares, para volver a su estado catatónico. Frente a esta falta de actividad, ya me imagino qué dijeron: “esta muchacha dejó de escribir.” ¡Pues no! Lo que pasa es que dejé el blog para escribir ficciones breves que decidí publicar en papel. Si a alguien le interesa leerlas, puede encontrarlas en algunos números de la revista Revuelta, a la venta en la Cafetería del Comité Cerezo México (Facultad de Filosofía y Letras, UNAM). Les envío la lista de textos con el número en que se publicaron:

“Ofelia y el viento” (cuento) en Revuelta núm. 14.
“Los tres locos de Santa Cecilia” (cuento) en Revuelta núm. 16.
“Mímesis CS. Microficción política” (cuento) en Revuelta núm. 18.
“Mecanismos de control, memoria y conciencia colectiva: una lectura de Fahrenheit 451” (algo-así-como-un-artículo) en Revuelta núm. 22.

También pueden encontrar un texto pequeñito titulado “Otra versión del cuento”, que se publicó en el libro  Las Historias (Ediciones El Ermitaño), antología de textos del concurso homónimo al que convoca Alberto Chimal cada mes.

Escribí además dos cuentos del género fantástico: "Las batallas en Arcandia" y "El prodigio de Oradía"; disfruté mucho el proceso, debido a que en ellos jugué con posibles planos temporales; sin embargo, no les he buscado sitio de publicación. Actualmente trabajo en una serie de escritos muy breves acerca de oficios reales y ficticios; les aviso en cuanto la termine y logre acomodarla, para compartirla y para que no crean que desaparecí del todo. Acá ando, echándole enjundia a la lectura, la docencia, la nadada y, cada tanto, a la escritura. Saludos.
lunes, diciembre 31, 2012

HOMENAJE PEQUEÑITO A UN HOMBRE MUY GRANDE


Hay personas que tienen defectos y virtudes igualmente pequeñas. Mi abuelo fue todo lo contrario: una persona con virtudes y defectos igualmente grandes: fue picaflores, grosero con el prójimo y burlón a tal grado que a veces se me encogía el cuello de pena, como cuando le dijo a mi papá (quien originalmente iba a ser sacerdote): “órale, Enrique, baila así como te enseñaron las monjitas”, por mencionar una burla ligera, porque otras se parecen mucho a lo que hoy conocemos como bullyng.
De manera voluntaria o involuntaria, algunos se convirtieron en calca humana de mi abuelo. Yo elegí no aprender sus defectos (pues ya tengo los míos) y poner en práctica lo mejor que me enseñó con sus consejos y con sus actos; mas no me refiero a mover sólo las muñecas, que no todo el brazo, cuando se brinca la cuerda, lo cual ciertamente me mostró una vez. Me refiero a otras cosas más importantes: a ser fuerte, cualquiera que sea mi circunstancia; a no dejar que el miedo al fracaso me inmovilice, a no agacharme frente nadie, a buscar oportunidades en lugar de permanecer sentada, a ver con humor casi todo lo que ocurre (me acuerdo de la vez en que me dijo: “oye m’ijita, ¿sí es cierto que el dizque alemán con el que anduviste resultó ser de Xochimilco?”); a disfrutar el baile, la fiesta, el mar, la vida toda.  Y quizá lo más importante que aprendí es que se puede ser libre, vivir como realmente uno quiere, sin la necesidad de llenar los costales de las expectativas ajenas o de hallar el gesto aprobatorio de los demás.
Sí, mi abuelo fue un hombre libre. Y mi abuelo es. Es su bodega llena de herramienta, es la chimenea, es la fuente y el nacimiento en su jardín, es cada ladrillo de su casa; es su montón de frases vaciladoras ("¿qué?, ¿ya dije júntate la herramienta?"), es Pasito Tun Tun, El chivirico, un mambo y un danzón; es el dominó, el torito de cacahuate y las posadas; es aquello tan bonito que me dijo con el modo de mirarme y sonreír pocos días antes de su muerte. El abuelo es  en mí y en otros más.
 

martes, mayo 22, 2012

EL DINOSAURIO


Y cuando el dinosaurio despertó, los estudiantes volvieron a estar ahí.
sábado, mayo 12, 2012

PATTI SMITH SMELLS LIKE A TEEN SPIRIT

A Rafael Fuentes

Aquel boleto no era para mí. Gracias a un tonto que no quiso ir, tuve la fortuna de estar con mi mejor amigo bajo una luna llena de mayo, en el concierto de Patti Smith.

Había muchos dones y doñas que en su mocedad fueron jipis, a juzgar por la barba, la mata larga, los pasos retro y la vestimenta. Asistió además la muchachada alternativa: afro, trenzas, pelonas y mohicanas por todas partes. Y yo, que nunca había escuchado a Patti Smith, estaba ahí, desvelada y triste.
La banda que abre el concierto pregunta si queremos escuchar otra de sus rolas. Y todos: ¡nooooo! ¡Patti, Patti, Patti! Por fin, ella sale al escenario. Comienza a cantar. Su voz se expande por el aire nocturno, llega a nosotros, cimbra los muros. Dancing barefoot. El cabello cae, enmarañado, por ambos lados de su cara. Mueve las manos. Es como si la voz le saliera también de las manos. Se sienta, se levanta, baila, se eleva. Dedica una canción a Roberto Bolaño y otra a los periodistas veracruzanos que fueron asesinados. Jimmy Hendrix was a nigger, Jesus Christ and Grandma too, Jackson Pollock was a nigger, nigger, nigger, nigger. Mi mejor amigo y yo reímos y bailamos contagiados, delante de la chica de los chinos y el vestido agogó.
Aquella noche me sentía muy triste por lo no hecho, lo perdido y lo no hallado a mis 29 años. Pero la voz de una mujer de 66 estaba cimbrando todo. We want freedom! gritó. Y yo me alegré por la posibilidad de un futuro libre de las ataduras sociales respecto a la edad y el género. Patti Smith smells like a teen spirit.

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sábado, octubre 01, 2011

MISS LIVI RELOADED

Ha pasado un mes desde que volví a ser maestra de prepa. Dos palabras: estoy feliz. Es muy divertido con los grupos de primer año, pues son vivos y vaciladores. Siempre hay algo que me sorprende y me deja con cara de ¿ah? Ejemplos: volteo después de terminar de escribir en el pizarrón, y hay alguien bailando algo así como el meneito o una chica revisando detenidamente, cual médico, la lengua de otra (nunca lo entendí). Qué decir de lo coquetos que son los chamacos; hay un grupo en el que me chiflan, me dicen piropos, hacen como si se quitaran el sombrero cuando entro y otras cosas por el estilo; en general, hago como que no me doy cuenta de esas cosas, porque si les doy cuerda, al rato se van a pasar de lanza; pero en el fondo creo que esos detalles son bonitos y divertidos.
En los cursos anteriores fui seria y me ponía punk fácilmente; sin embargo, durante el año en que no fui maestra, me pregunté por qué no incorporar el humor a las clases, por qué dejarlo fuera, como un suéter que se cuelga en el perchero. De ahí que ahora eche mucho chascarrillo en clase, lo cual ha roto una barrera y suavizado la relación entre ellos y yo. Por supuesto, hay veces en las que me sulfuro; imagínense: son cuatro grupos de cuarenta alumnos que tienen alrededor de quince años; como comprenderán, en esa circunstancia es difícil mantener la temperancia. De cualquier modo, mi aspiración es no perder la calma; ojalá pudiera llegar a ser como Toño Lee, mi mejor maestro en el CCH, quien incluso al llamar la atención permanecía juicioso, ¡pero qué difícil! Y es que la docencia implica eso: el trabajo constante con uno mismo y sus emociones.
Hace unos días, la directora entró a supervisar mi clase. Ella tomaba notas y notas, mientras yo, toda nervios, procuraba dar la clase como si ella no estuviera. Al final, me felicitó en persona y por escrito, con una copia para mi expediente. Eso fue muy alentador; como lo es el ver los avances diarios de los chavos, pues lo más importante, el sentido que encuentro en este oficio, es el contribuir a la formación de otras personas. Y me alegra que se acerquen para platicarme de su vida o preguntarme sobre la mía: qué libro estoy leyendo, qué música escucho, si soy casada, dónde estudié, si fue difícil, si he probado alguna droga, si creo en Dios. Sé que esto quiere decir que sienten curiosidad y confianza. ¿Y yo? Yo no planeo pasar la vida impartiendo clases en una prepa; pero, por otra parte, no sé en qué momento querré dejar de hacerlo. Lo cierto es que cada día he sentido la certeza de estar en el lugar correcto.

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jueves, septiembre 08, 2011

DE REGRESO A LA DOCENCIA

Hace tres semanas que dejé mi trabajo como correctora de estilo en una empresa de publicidad médica. ¿Pero por qué, si me pagaban bien, tenía seguro y prestaciones, había comodidad y mis compañeros eran buenaonda? Les diré: porque ya no quería pasar tantas horas corrigiendo textos sobre pacientes con cáncer colorrectal o lechitas carísimas para bebés. ¿A quién beneficia eso? A los grandes laboratorios y a monopolios como Walmart. La verdad es que me divertí, aprendí, hice nuevos amigos, conocí a un muchacho extraordinario y realicé mi trabajo lo mejor que pude, pero casi todos los días pensaba, de modo un poco nostálgico, en mis días como maestra en una prepa; me preguntaba si había sido demasiado enojona o dura con los alumnos, qué tanto había logrado en ellos, qué cosas cambiaría si volviera a dar clases.
Por otra parte, me estaba energumenizando, digamos que ya me quedaba como media rayita de tolerancia para escuchar conversaciones sobre moda y cosas, sí, cosas, que es de lo que más se hablaba en la oficina; entonces, me llaman de una escuela para ofrecerme el puesto de profesora de filosofía y lógica; esta vez, un buen número de horas. Grupos grandes, clases muy temprano, pago por honorarios, muchos trámites en poco tiempo… ¿Y cuál fue mi respuesta? Simona la cacariza, ya están peinados pa’trás. Algunos días después dejé mi otro trabajo. Y no me agobió la duda. Me sentí libre, porque la libertad es algo que también se siente.
Estoy convencida de que la docencia es una buena trinchera, un oficio en el que se puede fomentar el pensamiento crítico y ayudar a los demás. Quizá mi creencia es errónea, pero hay un sentido en el que sé que no me estoy equivocando: esta decisión me hace sentir feliz. Además de divertirme, al dar clase pongo una parte importante de mí: de lo que creo, de lo que aprendí, de lo que deseo y por qué no: de mi cariño por la filosofía y por los preparatorianos, que tanto me recuerdan a mí en aquella etapa agitadísima de conocimiento y novedad.

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sábado, julio 30, 2011

UNA AMIGA, DOS ARDILLAS, CATORCE CACAHUATES Y UN LIBRO

Hoy vi a una gran amiga. La admiro porque le interesan las cosas verdaderamente importantes, como la literatura y el buen trato a los seres vivos. Entre las dos, compramos una antología con todos los cuentos de Amparo Dávila. Y es que Amparo Dávila es una gran cuentista mexicana; qué lástima que no es tan conocida. Como ambas queríamos el libro, se me ocurrió algo: fuimos a comprar cacahuates y llamamos a las ardillas del parque; luego, cuando dos de ellas estaban cerca, cada una de nosotras tomó siete cacahuates y los puso en un montoncito; la dueña del montoncito que se acabara más rápido a causa de una ardilla comelona se quedaría con el libro. Uno de estos animales, gris con café rojizo, terminó antes los cacahuates de mi montón. Así fue como obtuve el libro de Amparo Dávila. De cualquier modo, ahora lo tiene mi amiga, pues hoy comencé a leer a Saramago.

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LA ALTERIDAD: AMOR GANDHIANO U ODIO STALINISTA

Ese contexto es extraño. Bueno, extraño para alguien que estudió en el cecehache y en la Facultad de Filosofía y Letras. He visto y escuchado cada cosa, ¡por las hermanas oblatas del santísimo redentor, cada cosa! Conocí, por ejemplo, a alguien que perteneció a una organización porril. Esa misma persona llevaba consigo El manual de la perfecta cabrona en el trabajo y, por si fuera poco, admira mucho a Slim y a Peña Nieto porque “llegaron muy arriba, por su esfuerzo”. También vi a alguien usando una playera que decía “I love army boys”. Una compañera se operó tres veces las chichis. Algunos están en contra del aborto. La palabra naco es tan común como las blacberris, la ropa de marca y los relojes faroles. Todo esto me ha sorprendido, puesto los pelos de punta, enojado, entristecido y hecho reír.
Curiosamente, no puedo decir que mis compañeros son malas personas. De hecho, en general son amables, cordiales y solidarios, lo cual me ha llevado a preguntarme si es posible estar en contra de ciertas ideas sin estar en contra de las personas o si no se puede disociar a las personas de sus ideas. Aún no logro responderme. Cada semana, oscilo entre el amor gandhiano y el odio stalinista. Y hago un gran esfuerzo por expresar sin ira mis ideas. Pero eso sí, no creo en esas cacallacas filosóficas de que todo hecho es interpretable, que no hay criterios fuertes para pensar que una interpretación es mejor que otra, que no se puede afirmar tajantemente algo, que todas las ideas son válidas. Hay cosas que se pueden afirmar tajantemente y con verdad: la felicidad no se logra con unas chichis postizas ni con una blacberri ni con todas esas cosas con las que nos bombardea la publicidad; ésos son algunos de los engaños del capitalismo.
No voy a mentir: me he divertido mucho e incluso he hecho un par de amigos ahí. Y nunca había valorado y aprovechado tanto mi tiempo libre. No sé cómo es que, a pesar de mi horario, estoy nadando, leyendo, escribiendo y haciendo monitos. Pienso que la alteridad, “lo otro” ayuda a reconocer, afirmar y querer lo que de verdad y desde el fondo es propio.

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lunes, abril 11, 2011

28 ABRILES

He amado la luz del Sol,el cielo y la verde tierra.
Rabindranath Tagore


Hoy cumplí 28 años. ¿Y saben algo? Aún no he salido del país, no he entrado al posgrado, tampoco he publicado en revistas yuyuy ni he recibido premios. Por supuesto: no me he casado, y conforme pasa el tiempo, voy queriendo otras cosas que me parecen más felices y alternativas.
Mi vida no es como había planeado que fuera en esta edad. Y, sin embargo, lo que siento es una gratitud que lo abarca todo. Estoy agradecida por los lugares que he conocido, los libros, las películas, la música; por la infancia, los romances, las fiestas, los cafés, el mar y sus orillas. Pero sobre todo, me siento agradecida por la oportunidad de ser amiga de personas de distintas edades, orígenes, tamaños, colores, clases sociales, oficios e ideas. Mis primos pequeños, mis abuelos, padres, alumnos, camaradas, compadres, tías, colegas, maestros, compañeros de clase y de trabajo: hoy me siento muy cerca de todos.
Ahora lo sé: lo más grande y valioso es todo lo que he recibido, descubierto y aprendido en mis relaciones con los demás.

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domingo, febrero 20, 2011

LOS RITUALES AJENOS I. HOSANNA PARA EL SANTÍSIMO



¿Y quién no ha participado en algún ritual ajeno? Yo lo he hecho un par veces. Una de ellas fue cuando trabajaba en cierta librería que está en un lugar muy concurrido, de ésos donde el tititipuchal de paisanos no deja espacio para caminar en sábado y domingo.
Como las multitudes no son lo mío, en fin de semana, si me quedaba tiempo libre después de comer, entraba al lugar más tranquilo: la iglesia; me sentaba en una banquita y listo. Sin embargo, en una ocasión, al entrar vi que el sitio no estaba vacío: había como veinte señoras peregrinando alrededor de la iglesia, al ritmo de Hosanna, cada una con su flor blanca.
No le di mucha importancia a la ceremonia, y me senté; pero casi de inmediato se acercó una señora para explicarme que estaban festejando al santísimo: “sí, mira, ahí está, hoy son los días en que se saca y bla bla” me dijo, señalando el altar, y yo por dentro: “ahhh, sí, ya lo vi…”, aunque la verdad es que entre tantas cruces, cristos, ángeles y mártires, yo no entendía a qué se refería, pues todo me parecía igualmente santísimo. Total que esta señora me dio una flor y me pidió que las acompañara en su peregrinación. Un poco por pena, otro por cortesía, me levanté a peregrinar con ellas; después volví a la banca, puse mi flor en el mismo florero donde estas doñas las depositaban y volví a sentarme. Sin embargo, después de unos Padrenuestros, me pidieron seguir deambulando con ellas al ritmo de Hosanna, lo cual hice dos o tres veces más, hasta que logré salir y volver al anonimato, entre la multitud.


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