Hoy vi a una gran amiga. La admiro porque le interesan las cosas verdaderamente importantes, como la literatura y el buen trato a los seres vivos. Entre las dos, compramos una antología con todos los cuentos de Amparo Dávila. Y es que Amparo Dávila es una gran cuentista mexicana; qué lástima que no es tan conocida. Como ambas queríamos el libro, se me ocurrió algo: fuimos a comprar cacahuates y llamamos a las ardillas del parque; luego, cuando dos de ellas estaban cerca, cada una de nosotras tomó siete cacahuates y los puso en un montoncito; la dueña del montoncito que se acabara más rápido a causa de una ardilla comelona se quedaría con el libro. Uno de estos animales, gris con café rojizo, terminó antes los cacahuates de mi montón. Así fue como obtuve el libro de Amparo Dávila. De cualquier modo, ahora lo tiene mi amiga, pues hoy comencé a leer a Saramago.
Etiquetas: amigos, felicidad, literatura
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on sábado, julio 30, 2011 at 10:55:00 p.m..
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5 Comments:
No may mejor disfrute que la buena literatura. Abrazos.
" no hay" Vale.
Saramago... un sitio a donde siempre se regresa. Saludos y debo decir que tu blog me gusta mucho.
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Fgiucich: llega el punto en el que la literatura es una necesidad, ¿no crees?
Malena: yo lo estoy leyendo por primera vez, y me conmueve mucho. Me alegra que te guste el blog; nos estamos leyendo :)
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