DOMINGUEANDO EN "EL LEVIATÁN"
-Ahora no puedo atenderle, vaya al módulo, tome un ticket y espere su turno, ándele, así como cuando está en el departamento de carnes frías. ¿Una recomendación? De mil amores se la daría, pero el muchacho que me mira con cara de revólver, la señora que tamborilea sobre un estante, el niño paradito sobre Cumbres borrascosas y el catedrático que se tira del cabello y dice palabrotas, los cuatro, están esperando que les busque sendos ejemplares, así que buena tarde tenga su merced.- Y ay de mí si los sendos ejemplares no estaban, pues acaecían discusiones de no terminar.
- El libro no está.
- Pues la máquina marca uno.
- Pero no está.
- Pero la máquina dice sí.
- Y yo digo que no.
- Dudo que usted sepa más que la máquina.
- ¿Apostamos?
Cuán distintos han sido estos domingos. Rechinando el huarache llego primero que Julio o Andrés, ambos menores que yo, dicho sea de paso. En adelante no hago más que esperar la entrada de algún curioso, mientras tanto hojeo y reojeo un ejemplar tocante al arte sacro, a aventuras policiales o a algún tema inverosímil; aquí una fascinante novela agotada, allá un portento filosófico y dentro de la vitrina y bajo llave, toda clase de reliquias.
A más de ello, uno puede zamparse tremendo plato de mole, allí, sentado junto a la caja, sin que la media pierna de pollo recién mordida, la tortilla en la mano o el ajonjolí adherido al diente impidan brindar la atención soñada por un rey. Que buscan libros de filatelia contamos con uno, que los milagros de Santa Felicitas los tenemos en edición empastada, que partituras hay docenas y con la credencial de la leche hacemos un descuento especial.
Cortas me parecen las jornadas con mis compañeros que patrones son a la vez. Uno me apabulla haciendo sonar canciones plañideras, melosas, el otro me pincha el alma defendiendo empresas trasnacionales, rubias racistas y toda suerte de gustos malsanos. No obstante río y río a montones, porque a veces, lector, también se está contento con los habitantes de otros mundos.
- El libro no está.
- Pues la máquina marca uno.
- Pero no está.
- Pero la máquina dice sí.
- Y yo digo que no.
- Dudo que usted sepa más que la máquina.
- ¿Apostamos?
Cuán distintos han sido estos domingos. Rechinando el huarache llego primero que Julio o Andrés, ambos menores que yo, dicho sea de paso. En adelante no hago más que esperar la entrada de algún curioso, mientras tanto hojeo y reojeo un ejemplar tocante al arte sacro, a aventuras policiales o a algún tema inverosímil; aquí una fascinante novela agotada, allá un portento filosófico y dentro de la vitrina y bajo llave, toda clase de reliquias.
A más de ello, uno puede zamparse tremendo plato de mole, allí, sentado junto a la caja, sin que la media pierna de pollo recién mordida, la tortilla en la mano o el ajonjolí adherido al diente impidan brindar la atención soñada por un rey. Que buscan libros de filatelia contamos con uno, que los milagros de Santa Felicitas los tenemos en edición empastada, que partituras hay docenas y con la credencial de la leche hacemos un descuento especial.
Cortas me parecen las jornadas con mis compañeros que patrones son a la vez. Uno me apabulla haciendo sonar canciones plañideras, melosas, el otro me pincha el alma defendiendo empresas trasnacionales, rubias racistas y toda suerte de gustos malsanos. No obstante río y río a montones, porque a veces, lector, también se está contento con los habitantes de otros mundos.
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on viernes, febrero 03, 2006 at 12:23:00 p.m..
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12 Comments:
Un sauce de cristal, un chopo de agua…
Así empieza y concluye Piedra de Sol, que Don Octavio (Paz) estructuró con base en la cosmogonía azteca.
No sé por qué, pero siento que con este comentario se cierra un ciclo. La primera vez que puse pie en la Venusberg fue en relación con las vicisitudes de tu empleo en Gran Librería de la Ciudad de México; ahora lo hago sobre tu labor dominical en Pequeña Librería de la Gran Tenochtitlán.
Alguna vez leí una anécdota sobre William Faulkner. Cuando trabajaba en una librería de Nueva York, con frecuencia violaba selectivamente una de las instrucciones que se le daban a los vendedores: no comentar sobre las selecciones de los clientes. Al ir a cobrarle a alguien el importe de un libro que desaprobaba , Faulkner le hacía saber explicíta e informadamente su disgusto, proponiéndole comprar en su lugar algo que valiera la pena, como sus propias recomendaciones. Por supuesto, su período de empleo fue breve.
¿No sientes ocasionalmente que nuestra búsqueda de afectos semeja un peregrinar por los pasillos de una librería? Miramos títulos, años de publicación, a veces sin sospechar lo que las pastas ocultan... Todos nos hemos topado en alguna ocasión con lujosas ediciones de una obra de porquería. Pero qué aburrido sería un establecimiento con unos cuantos volúmenes selectos (¿por quién?). Hay que dejarnos guiar por el juicio (que el tiempo refina), las recomendaciones y una que otra ojeadita a las páginas...
Y ahora me voy, como azteca a esperar el encendido del Fuego Nuevo: el post que iniciará el siguiente ciclo.
Un abrazo
PD1 Ya veo que no te retractas, pero sí te retratas: mis miopes ojos te lo agradecen.
PD2 Prometo bricarme el hilo electrificado con menos frecuencia
Bueno, usted tiene el alma blanda para las ratas... y para las erratas. Lo anterior lo escribí yo.
El Cuero Cabezudo (¡ése afán de creerse inconfundible!)
...la parte dónde tenemos que convivir en esta mezcla de razas es netamente divertida..
...Debo decir..que con tus letras me acabas de transportar al lugar..la biblioteconomía no es necesariamente lo mío..pero definitivamente sí me has transportado..
saludos y buen fin.
òigame no, me odia y me linkea, platicamos, le propongo una sesiòn de sexo lèsbico y me deslinkea, què es eso?
ademàs me gustaba eso de que hacìa llorar al niñito jesùs
¬¬
CUERO CABEZUDO: en otra botella.
KA!: que bueno que ha sido transportado. Esa era la intención.
GABRIELA: no, no, no, se equivoca. Yo la deslinkIÉ mucho antes, cuando vino a mis lares y me dejó como novia de pueblo: vestida y alborotada. En mi desesperación, como recuerda, conseguí su número, le envié mensajes y usted se hizo del rogar.
Qué quiere, me sentí, me sentí, pero para que vea que soy persona de bien y perdono, voy a linkearla again.
Botella de... ¿champagne, para brindar por la amistad? ¿O de cicuta, como corruptor de la juventud? Ahora sí el mensaje me llegó ininteligible...
Pero abrazo
El Cuero Cabezudo
ay mami, cada dìa te quiero màs, aunque encuentro objetable la comparaciòn con la mujer del cerebro de cereal que alimenta a sam el tucàn.
CUERO CABEZUDO: ya dije lo que dije en otra botella.
GABRIELA: si las dos son fashion, sedientas de fama y bien pero bien posmo, nomás que tú eres gore y tienes una relación destructiva conmigo ¿que no?
Que delirio Jazzzz-mín
si tuviera un puerco - espín
regalo tuyo sería.
Más rosas te daría
por ser tan delirada
río a carcajadas
sáquese una foto, sonría.
Incríble desempeño el mío
al haber llegado a estas tierras
se ve que estuve dormido...
la próxima vez me traigo piedras.
Fabricaré una iglesia
en nombre a tus líneas.
Ah! Qué te pensabas¡¡¡
Que iba a lanzarlas???
Bueno, eso se verá
mintrastantoseguiréleyendo
Total... cuántas veces pasa el mismo viento?
¡Vágame Dios! ¿Qué mosca le picó? Las gracias le doy.
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