HISTORIA DE LAS TRES TÍAS NABORITAS
Esta semana Doña Margarita (mi abuela) me informó: “Leí la historia del alacrán, está rete buena.” ¿Cómo llegó a sus manos? Sencillo: mis tías entran aquí, imprimen lo que escribo y lo muestran a mis abuelos, lo cual me hace sentir Gordolfo Gelatino, cuando doña Naborita le dice: “mucho m’ijo mucho.” En fin, aprovecho las visitas familiares, para contar algunas anécdotas.
Yo tengo tres tías Tapia, que me llevan entre once y quince años. Ellas han sido como mis mamases; pero me han alcahueteado como jamás haría una madre. En mi infancia, tía Plecus me llamaba para decir “el domingo pasarán La mancha voraz, así que pide permiso para quedarte acá.” En mis años preescolares la acompañé al CCH; luego, cuando entró en la Facultad de Medicina, yo la ayudaba a estudiar; incluso cuentan que una noche, aunque dormíamos, ella me hacía preguntas de lo que habíamos estudiado y yo contestaba. Por cierto, me invitó a asistir a una autopsia, pero naturalmente mis papás no me dieron permiso. Para alcahuetas, mi tía Globo, pues cuando yo era puberta me sirvió cinco toritos en una fiesta familiar. Jugábamos guerritas de sapos, veíamos películas que fueron pirateadas en funciones de cine, y hacíamos definiciones de cada integrante familiar. Aún extraño aquello.
Qué decir de mi tía Cleclé, también conocida como la Dos Dos Dimetil Pentano. Una vez me llevó a Chapultepec; para volver a casa teníamos que pasar junto a un King Kong que me dio mucho miedo, así que me puse a llorar; entonces ella me sobornó con un helado, pues era experta en comprarme dulces y comida chatarra; ejemplo: años después me invitó un jocho, pero yo no acepté porque las salchichas tenían un color verdoso. Además, me llevó a la hemeroteca, al museo Nacional de Antropología, a patinar en el circuito universitario; hasta se formó dos horas conmigo en la feria, con el fin de subirnos al ratón loco; pero nelpas, yo no tenía la estatura suficiente para abordar el juego, y ahí tienen a la tía diciendo al operador “ándele, no sea malo, yo la agarro fuerte.” Mi tía Cleclé me contó varias historias prehispánicas, y me narró El príncipe feliz y El fantasma de Canterville; ése fue mi primer acercamiento a Wilde, quien aún es uno de mis escritores favoritos.
Muchas gracias a mis tres tías Naboritas. Y como diría Gordolfo Gelatino: ¡A-i!
Yo tengo tres tías Tapia, que me llevan entre once y quince años. Ellas han sido como mis mamases; pero me han alcahueteado como jamás haría una madre. En mi infancia, tía Plecus me llamaba para decir “el domingo pasarán La mancha voraz, así que pide permiso para quedarte acá.” En mis años preescolares la acompañé al CCH; luego, cuando entró en la Facultad de Medicina, yo la ayudaba a estudiar; incluso cuentan que una noche, aunque dormíamos, ella me hacía preguntas de lo que habíamos estudiado y yo contestaba. Por cierto, me invitó a asistir a una autopsia, pero naturalmente mis papás no me dieron permiso. Para alcahuetas, mi tía Globo, pues cuando yo era puberta me sirvió cinco toritos en una fiesta familiar. Jugábamos guerritas de sapos, veíamos películas que fueron pirateadas en funciones de cine, y hacíamos definiciones de cada integrante familiar. Aún extraño aquello.
Qué decir de mi tía Cleclé, también conocida como la Dos Dos Dimetil Pentano. Una vez me llevó a Chapultepec; para volver a casa teníamos que pasar junto a un King Kong que me dio mucho miedo, así que me puse a llorar; entonces ella me sobornó con un helado, pues era experta en comprarme dulces y comida chatarra; ejemplo: años después me invitó un jocho, pero yo no acepté porque las salchichas tenían un color verdoso. Además, me llevó a la hemeroteca, al museo Nacional de Antropología, a patinar en el circuito universitario; hasta se formó dos horas conmigo en la feria, con el fin de subirnos al ratón loco; pero nelpas, yo no tenía la estatura suficiente para abordar el juego, y ahí tienen a la tía diciendo al operador “ándele, no sea malo, yo la agarro fuerte.” Mi tía Cleclé me contó varias historias prehispánicas, y me narró El príncipe feliz y El fantasma de Canterville; ése fue mi primer acercamiento a Wilde, quien aún es uno de mis escritores favoritos.
Muchas gracias a mis tres tías Naboritas. Y como diría Gordolfo Gelatino: ¡A-i!
Etiquetas: anecdotario, Los Tapia, viejos tiempos.
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on viernes, junio 27, 2008 at 12:15:00 a.m..
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9 Comments:
Esas historias familiares que arrancan una sonrisa de ternura. Abrazos.
Je!
Muy envidiables sus tías.
Este texto me recordó a la autobiografía de José Joaquín Blanco y su tía... no me acuerdo ni del nombre de la tía ni del nombre del cuento... pero está en el librero de mi mamá, así que la cosa aún tiene remedio.
Muchos saludos, Livi, livitis... a ver si nos vemos prontamente....
con chela de por medio...
y pues ya
En mi caso, yo soy el tío karolo alcahuete y regañón...
Y como dicen allí arribita, creo que siemrep que mencinamos a aquéllos que nos forman, damos ternura y añoranza..
DEjo abrazos y si gusta, le mando su botella de torito para que no extrañe...
Compañera... pues sus tías son un dulce como de tamarindo... ¿sabía que en Morelia esos se llaman tarugos? No que diga yo que sus tías son tarugas... ash... era sólo un recuerdo.
Ey, dos cosas: ya regresé a mis cantos de sirena, pa que cambie el enlace si quiere... y lo otro es que necesito planes revoltosos porque voy para allá muy pronto y mi vena política exige...
ahhh pero que cosas! muy linda su historia, yo nomas tuve un tío así nomás que el era fotógrafo y me llevaba a sus chambas jeje y en una de esas conocí al genial jorge campos y me tome una foto con él jaja
pero bueno esa es otra historia je
disculpe la tardanza en visitarla por acá, saludos y abrazos rockeros!!
Me encanto el titulo de tu blog, tanto que ya hasta te puse en mis favoritos. Soy un poco fan de esa historia (la del flautista), tanto que alguna vez la use para ganar un premio de publicidad (no llegamos ni a finalistas, pero estaba lindo). Te imaginas que en unos años seguramente seras la tía trompetista y alcahueta? esta de onda.
saludos
Inspirado también por ese orgullo "de origen"...dejé un escrito en mi changarro que espero le guste...abrazo...me voy a la ejcuela !
las salchichas verdes son las mejores, porque traen la vitamina integrada en todo el revoltijo.
FGIUCICH: abrazos querido Fgi.
ESPONJITA: ah pos présteme el libro, faltaba más, sobraba menos. Y sí, vamos por ¡chelas chelas chelas!
SIRENA DE PIE: ¡sí! Ven y compramos tarugos. Aunque debo advertir que estoy en mi etapa más nihilista. Abacho.
BLACKBIRD: de vuelta le envío abrazos cumbiorockerometaleros.
ALDO: pues en todo caso seré prima trompetista y alcahueta, porque no tengo hermanos, buju, así que no puedo ser tía. Salut.
KAROLO: oh, iré a leerte.
EL PARDO: jajajajajajajajajaja, sí, seguro son tus favoritas.
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