Un día antes de la espeluznante broma, Margarita, mi abuela, me había reprendido por acercar una mariposa a la tía mariposofóbica; pues créalo o no, hay en el mundo señoras que le temen a esas criaturas aladas y coloridas, lo cual me parece tan absurdo como temer a los alcatraces o a las conchas marinas. “¡Basta, flaca, no vuelvas a asustar a tu tía que le puede dar un infarto!” Dijo Margarita aquella tarde, pero la doble moral no es cosa exclusiva de los políticos. Has de saber, lector, que cuando mi abuela espanta, espanta que a uno se le paran los pelos y entonces no le preocupan los infartos ni las lágrimas; hasta parece que goza el sufrimiento de sus parientes, lo mismo que degollar gallinas y matar conejos de un golpazo en la tatema.
La casa de mis abuelos tiene un jardín, con su fuente, sus mil flores, su capulín y su ciruelo. De pie, observé que el último árbol estaba lleno de gusanos y me entró gran curiosidad por conocerlos. Arranqué una rama, habitada por tres orugas, verdes y gordazas y me dispuse a observarlas; eso sí: a una distancia mayor que treinta centímetros. Apenas olvidé aquella distracción y me dirigí hacia mis tías, Margarita, mi abuela, tomó la rama y amenazó con seguirnos. Ella y las tres orugas avanzaron un paso hacia nosotras, luego otro y otro, de modo que tías y yo corrimos hacia una habitación.
Recuerdo que desde la ventana vimos a mi abuela entrar en la casa, pero atontadas por el miedo, en vez de poner el seguro a la puerta nos tomamos de las manos y al unísono gritamos. La abuela entró con su rama orugada y nosotras terminamos hechas ovillo en un rincón. Supe entonces que mis tías no me querían tanto como habían dicho, pues me usaron en calidad de escudo.
Vea usted, lector, qué atropello sufrí al ser empujada para que las tres orugas, gordazas y verdes y ojonas tocaran mi cuello y no siendo bastante, las infames tías casi me dejaron sorda con su griterío. Ya porque Doña Margarita debía apagar la estufa o terminar de asar la carne, soltó la rama y se fue con su risa maligna, de modo que todas: mis tías, las tres orugas y yo, rompimos en un llanto tal, que los vecinos estimaron que aquella tarde había velorio en casa de mis abuelos.
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on miércoles, noviembre 23, 2005 at 3:59:00 p.m..
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26 Comments:
Debo agradecerle: reí mucho imaginándola escudo de ovillo. También me sentí aliviada al saber que mi abuela no es la única maléfica que goza haciendo sufrir a sus pobres y asustadizos nietecitos... tan dulces nosotros...
Este de verdad que lo adoré.
Jajaja, esa abuela sí que sabe disfrutar la vida, respecto a las tías, creo que así son todas, mientras eres peque (y medio tonta por ello) y puedes ir por sus papitas a la tienda cada que se les ocurre eres su mayor adoración, pero una vez que el libre albedrío y la rebeldía se apoderan de uno, entonces son capaces de atrocidades como esta!!
De los seres espeluznantes, tal vez los peores son las abuelas y nos niños. Cada uno con sus armas mortales y su capacidad de hacernos enloquecer. El arma preferida de mi abuela era su capacidad de hacerse la víctima. Después de pasar una tarde con ella salías convencido de que la habías torturado todo el tiempo. Y ella, que siempre parecía una pompa de jabón...
Aunque este sea un gran gran post, y su blog sea siempre una cosa que da gusto de leerse, y luego luego se eche de ver que usted es una buena persona... ¡Exijo una fe de erratas! Ésta debe ir justo después de que aseguras que la mariposofóbia es una cosa absurda y casi increíble. Tan existe y está llena de sentido que yo misma la sufro. En el mundo no sólo hay señoras que les temen a los bichos esos, sino también lindas damitas, como yo. Y sufrimos mucho, sépalo. No sólo ante las grandes, torpes y negras, sino también ante las finitas y coloridas; cuando una se nos acerca hacemos el mayor escándalo que nos sea posible, pero nadie nadie se compadece de nuestro pavor. ¿Verdad que es feo terminar hecha ovillo en un rincón? Pero ah, no, a todo mundo le parece gracioso ver cómo uno se aterra y huye ante el gusanito volador y ahí nos las andan acercando cada que pueden. Así que yo defiendo a la tía mariposofóbica y aplaudo a tu abuela Margarita, que con las orugas nos vengó. Insito que se ve que eres una buena persona, Livijazmín, pero oh ¡venganzaaaaa!
excelente ....congratulations
Ay, no ma, qué buen post. Hasta me estaba riendo como en clase de Martiarena.Por qué mi abuela no hace eso?
A porque está en estado vegetal.
(broma)
CRISTINA: seré una perra del mal, pero nadie, NADIE, merece pasar tan espantúdrico momento. No lo deseo ni a mis peores enemigos, así que no me venga con el cuento de que yo merecía el espeluznante castigo.
HIERÓDULA INCRÉDULA: quizás el sadismo sea un mal generacional de los actuales ancianos.
EDUARDO: muchas gracias, pero no me ha contestado de quién es el autógrafo que mencionó en el post pasado.
PATY ARMENDÁRIZ: tiene mucha razón.
ANÓNIMO: conozco un personaje peor que las abuelas crueles, el hermano de mi abuela, mejor conocido como "el tío Chan." A ese también le gustaba asustar, pero a los niños particularmente. Aun despierto sudando en la madrugada.
GRACIELA: ¡no es posible! No puedo creer que le asusten esas bellas criaturitas del señor. Fíjese que esa tía, la mariposofóbica, suele ver por las noches una especie de duendecillo (que no es mi amigo Eduardo alias "el señor chiquito", como sostiene Sofía). Espero que ser mariposofóbica no implique ver duendecillos y si los ve, pásela bien con ellos.
TXETXU: pos gracias.
SOFÍA: ¿como en la clase de Martiarena...? ¿o sea que otra vez...? Alguna de las dos debería escribir un post acerca de los ataques sufridos en esa clase. O acerca de aquel vergonzoso "incidente".
Livi, perdone mi descortesía, me refiero al autógrafo de Pescetti claro, de quien más...de hecho sendas firmas en una portada y en un reproductor de audio.
http://aquieduardo.blogspot.com/2005/11/luis-pescetti.html
Jajajaja, este post me hizo reir como se debe. ¡Imaginate como se han de haber asustado las orugas!
Y deja de incluir a las conchas marinas en lo inofensivo, si una de ellas pudiera, te comería a ti, y a toda tu familia.
jaja, me uno a lo de chechu.
RICARDO: en su momento redacté el post acerca del "incidente" pero no lo publiqué. Hay que cuidar la imagen pública de Sofie.
EDUARDO: ¡oh "pulga horrorosa" !(términos pescettianos), entraré para regodearme en mi envidia.
TIRSO: ¡mentira! Si una concha pudiera, me haría comadre. Paranoico.
LUISRI: pos gracias amigui.
jajaja, me saludas a tu abuelita, todos tuvimosm una, tu tranquila,
hey lean mi blog tambien no sean culeros
www.blogderground.blogspot.com
Ja ja, a mi abuela también le gusta asustarnos, supongo que seria chistoso o al menos posteable, pero como ya esta muerta, pues a nadie en la familia le hace gracia. Cosas de la vida.
Saludos.
Se agradecerá su visita "público de porquería" (en términos pescettianos).
Tu abuela es una perra, con todo el respeto que se merecen sus canas.
Usté y sus tías son una niñotas: ¿nadie fue capaz de arrebatar la rama o tuvo otra manera de oponer resistencia?.
Sólo les faltó lanzar globos con agua.
Abuela me queda la mamá de Lucyfer, y la única peculiaridad que presenta es que huele a Nanche.
Jo.
Vaya que espantos, yo aquí me la paso contentando al alemán para que no se desespere en ver a su adorada!!!
Vale, Salud y aquí seguimos con mucho frío.
Desde Zacatecas, dónde sí se la pelaron los federales!!!
Adolfina
VICADIN: I will.
ROSÁNGELA: jajajajajaja ¿cómo? Tu abuela es de las "jalan las patas."
EDUARDO: ya fui y te "arrastaré por el fango de la derrota" para decirlo en términos pescettianos"
MALAKATONCHE DEL DEMONIO: jajajajajajaja, globos de agua, jajajaja un momento... óigame, no ande malmodeando a mi abuela, que yo profeso gran respeto por su luciferina madre.
ADOLFINA: ¡hola! Por favor dile a tu amigo alemán que todo el día pienso en él y que no veo la hora de que llegué el 12 de diciembre. Un beso tierno y rijoso para él.
En lo particular, no comparto el terror por estos pequeños -y horribles, la verdad- animalillos rollizos (orugas)... aunque, claro, no lo comparto porque son "pequeños animalillos rollizos"; es en serio, imagínense ir caminando por un campo y de repente toparse con una orugotototota del tamaño de un elefante o de una ballena.
Eso sí que sería para morirse de miedo...
Así, pues, no comparto el pavor que usted siente ante las orugas de talla regular, madame, pero en realidad, puedo comprenderlo.
El otro día ví que habían unas orugas en una de las plantas de mi madre, yo las dejé ahí con la confianza e ilusión de que hicieran su capullo y poder observar todo aquel evento, pues siempre he querido presenciarlo, al darme la vuelta al siguiente día, tuve una revelación: Las orugas son seres viles y malvados que prefieren comerse las plantas de tu mamá en vez de cumplirte una ilusión... perras...
Y el post me encantó, su abuela ha de ser un personaje. Le da un caluroso tapetazo de mi parte.
Esas son niñerías Flectere. Insisto, imaginate, en serio imaginate con todas sus implicaciones y terroríficos detalles, una paloma gigante.
SILVIA: es que madame, el problema de mi temor a los bichos es que me hace percibirlos del tamaño de una ballena. El día de aquella espeluznante broma, lloré como si estuviese a punto de ser ingerida por tan viscosos seres.
TAPETAZO METAMÓRFICO: dicen que algunos artrópodos (arácnidos langostas, jaibas), como las "arañas patonas" un buen día dejan su coraza, es decir, salen de ella, suavecitos, tiernos, viscosos. Me encanaría ver algo así y lo mismo que a usted: ver el tránsito de una crisálida a mariposa.
A mi abuela le encantará el tapetazo de tu parte, pero no olvides que "el que se lleva se aguanta" y ve la clase de ser maligno con la que te metes.
TIRSO: qué horrible, además ese sonido perverso que hacen duplicaría su volumen.
Voy a donde tu me arrastres
Nossierto, ya basso, ya basso...
Pero se pasa de punk tu abuela, that´s all.
EDUARDO: ¡válgame!
MALAKATUNGA: eso sí que ni qué, esa doña es bien manchadita, ay pero "yo la quero más que a mis ojo yo la quero más que a mis ojo..."
RICARDO: ajajajajaja. Maldito.
Keep up the good work
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