EL PATIO DE MI CASA
Éramos un montón de niños. Éramos aún más cuando venían los del otro patio. Jugamos escondidillas, avión, resorte, encantados, coleadas; jugamos con Barbies, muñecos de carriola, trompos Duncan y una alberca inflable; jugamos Uno, Destreza, videojuegos y Escrúpulos; jugamos carreras de pies, bicicletas, avalanchas, patines; jugamos con el horno mágico de Paulina, con mi máquina de raspados y mi caja registradora; jugamos a tocar timbres y correr; jugamos con casillas imaginarias a La Oca de la tele; jugamos a ser cantantes, mamás, maestras, patinadoras; jugamos a decir cosas bien chistosas que grabamos en cassettes; jugamos stop y seis seis seis 666, corona, cerveza, media vuelta… Ingerimos cantidades poco saludables de chicles bola y brinquitos, intentamos fallidamente vender a los transeúntes vasos con zanahoria rallada, espiamos a los guapos del otro patio, celebramos cumpleaños, jalogüins, día de reyes magos, y aunque peléabamos cada rato, olvidábamos pronto y seguíamos jugando, hasta que un día dejamos de jugar.
Por la distancia geográfica, no sé si volveré a ver en persona a Ene, pero estoy segura de que seguiré riendo al recordar la infancia que pasamos juntas y que de vez en cuando todavía extraño.
Etiquetas: amigos, anecdotario, felicidad, los noventa, toma el llavero abuelita
2 Comments:
más o menos así suena también mi infancia, sólo que no alcanzamos el juego de la oca, y que la etiqueta debió decir "ochentas"...
besotes
Pues no hay nada como una infancia feliz, ¿a poco no? Le mando un abrazo y ojalá que un día destos se deje ver... No acudió a la reunión de blogueras de El Montonal :(
Publicar un comentario