EL SALÓN DE LA FAMA. O MEJOR DICHO: EL SALÓN DE LA VIRTÚ
8- El innombrable me sacudió, regañó, aconsejó y apoyó mucho; más que máistro de Filosofía fue mi sensei. Pero me cayó un yunque en la chompeta y olvidé sus datos personales.
5- Tomé una materia de cuarto semeste con Laura Benitez, quien enseñaba los temas desde un enfoque general, pero no superficial. Nunca he reído tanto en una clase de Filosofía.
4- Solamente estudié un curso a cargo de Bolivar Echeverría. De cualquier manera, aprendí mucho, pues él suele hacer comprensible lo que es harto complejo. Además, sin ser arbitrario o arrogante, evita que los alumnos lleven a cabo monólogos vacíos
3- Nunca escuché una clase completa de Isabel Cabrera, lo cual se debe a que eran tres horas seguidas acerca de Kant, mismas que tomé en mi noveno semestre, de modo que ya no soportaba estar en la Facultad. Me hubiera gustado tener una mayor disposición para aprender, porque Isabel desmenuza los argumentos, lo lleva a uno de la mano hasta el fondo de los temas. Ella invita a la crítica y califica con el mismo rigor con que enseña.
1- Mauricio Pilatowsky es uno de los profesores que más admiro, pero más más. Nunca noté en él un gesto de arrogancia o enojo. Algunos compañeros levantaban la mano para decir cosas que parecían no tener sentido, entonces Pilatowsky encontraba algo rescatable, lo recogía y articulaba con las otras participaciones; de modo que al final la clase era un collage, cuya base no siempre era una obra filosófica, sino a veces una una novela, un poema o una película. Además, gracias a su clase retomé una creencia que con desencanto abandoné al inicio de la carrera, a saber: que desde la Filosofía es posible pensar los problemas del “mundo” y que hay razones para hacerlo.
Etiquetas: admiración, Facultad de Filosofía y Letras, Filosofía con sabor, luminarias, soy una nerd
4 Comments:
Sólo dos de esos maestros me dieron clase a mí, a saber, Bolívar Echeverría e Isabel Cabrera. Ésta en la maestría y aquél en la licenciatura. Sin duda ambos son maestros excelentes, también de los mejores que tuve. Yo también soy de los que piensa que María Antonia es demasiado arrogante. Tomé clase con ella, pero como compañeros (ella es de una generación o dos arriba de la mia), más adelante trabajé con ella organizando un coloquio y cúmpleme decir que le gusta pavonearse mucho, pero a poco que le rasques delata una ignorancia tremenda inclusive en temas que presume dominar (no me refiero, desde luego, a su inepto desprecio hacia la filosofía analítica, acompañado de un comentario semejante a que este tipo de filosofía apesta porque argumenta mucho, sino a los temas que dice conocer al dedillo).
Pero bueno, además de Echeverría y de Isabel Cabrera, otros profesores que recuerdo muy gustosamente son: Enrique Dussel, los hermanos Palencia (Ignacio y Francisco, éste último ya fallecido) y Raymundo Morado.
Afortunada su merced, de haber tenido a su disposición a varios profesores notables (incluido el innombrable); mi memoria personal registra a dos en el pináculo del hit parade pedagógico; pero quizás concuerde conmigo en que en nuestra formación, no sólo como profesionales, sino como individuos, participan toda clase de personalidades; en la dedicatoria de mi tesis profesional incluí, con la pedantería propia de años más mozos, no sólo a mis buenos, sino también a mis malos profesores, pues --señalaba yo-- tanto de sus virtudes como de sus defectos he aprendido.
Entre ese grupo numeroso voy a mencionar a un profesor de álgebra en la vocacional, competente, aunque no brillante; sin embargo, desde su distancia catedrática hizo un diagnóstico breve, pero exquisitamente certero de mi personalidad, que no he podido olvidar... Este caballero escribió en cursiva con gis sobre un pizarrón antiguo lo siguiente, el primer día de clases:
Mis queridos niños: Me regocijo de verlos hoy ante mí, la juventud feliz de una tierra soleada y con suerte. Tomen en cuenta que las cosas maravillosas que aprenden en sus escuelas representan el trabajo de muchas generaciones, producidas por el esfuerzo entusiasta y la labor infinita en cada país del mundo. Todo esto se pone en sus manos como su herencia para que la reciban, honren, acrecienten, y un día la entreguen con fidelidad a sus descendientes. Es así como nosotros los mortales logramos la inmortalidad en las cosas permanentes que creamos en común. Si siempre lo recuerdan, le hallarán significado a la vida y adquirirán la actitud correcta hacia otras naciones y edades.
Albert Einsten, en una plática dada a un grupo de escolares en 1934.
Como persona bien nacida, ahora le toca a usted el turno... Un abrazo.
PD 1 No estaba muerto; tampoco andaba de parranda, sino trabajando fuera de esta oficina en un sitio que tal vez tenga sus virtudes, pero que a veces me recordaba una frase que leí en una novelita barata (de memoria): si decidieran ponerle una lavativa al mundo, por aquí lo harían...
PD 2 (La última y nos vamos). Con gusto recibí su botellazo; procedi de inmediato a actuar al respecto. Ya nos contaremos (de cuento, no de contar).
PARDO: naaaah, ¿neta? Jíjoles, no meto las manos al fuego, bueno, meto los meñiques porque Mariantonia sí conoce a dedillo sus temas. Si eres de su generación tons no estás ruco.
CUERO: menos mal que no estaba muerto, ¡pero muy mal que no andaba de parranda! Agradezco cita, anécdota y aclaraciones. Espero mensaje en botella. Un abrazo.
LOS DEMÁS (DE LA FACULTÁ): bola de morbosos, sólo comentan cuando hablo mal de los máistros y cuando doy detalles íntimos. Seguro orita están viendo "la oreja" o "ventaneando"
A ver si mi comentario llega a tiempo:
Pues a mi me cae super bien Pilatowsky, y reconozco en Maria Antonia una integridad rara en la facultad... pero le daré yo mi lista de favoritos:
Igual que el Pardo dijo, los dos Palencia, especialmente Francisco Q.P.D. y su filosofía sobre la universidad.
Josu Landa: desgarradoramente honesto. es de esos profesores que primero te ponen lidocaína, y luego te explican educadamente como todo lo hiciste al revés... honesto y agudo como ninguno.
Don Ambrosio, que antes de ser el Dire, me enseñó al maravilloso Gadamer...
Nuestro querido Obi Wan Horneffer: sí, es el mero sen sei de muchas generaciones, especialmente para mí.
El innombrable suyo: pos sí, ora sí que me hizo repetir un extraordinario sobre "Agustín y el Tiempo" 4 veces... y ya ve YA ACABÉ LA TESIS sobre ese tema. Es muy buen discutidor, y paradójicamente, todo filósofo que amo me lo presentó él.
Ricardo Blanco: nomás porque un día nos dijo que los filósofos eramos profetas que clamamos en el decierto.
Ma. Cristina Roa: porque me enseñó al fabulantástico Hume.
Salve Livi:
Spongiola Vulgaris
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