UNA TRISTEZA SE COLUMPIABA SOBRE LA TELA DE UNA ARAÑA
Me contaron que con ella es grosero, pero no creí que pudiera lastimarla más allá del verbo. Una tristeza y un desconcierto yo siento. Es él quien me entristece. En la tarde supe lo ocurrido y me puse a recordar. La casa es grande y llena de rincones y de cosas. Al añadir ciertos artefactos, los sillones se tornaban nuestros coches; por su puerta corrediza, el armario de mi abuelo era vagón de un tren; las sillas del jardín, diestramente colocadas sobre la fuente hacían nuestro barco; una recámara era consultorio, restaurante, casa de espantos, cine y autopista de carreras. También peleamos con puños, tirones y patadas. De cualquier manera, hacíamos las paces para volver al juego, de cualquier manera él es lo más parecido que tengo a un hermano.
Qué acontecimientos tuvieron que hilarse; qué vivencias, temores y amarguras se albergaron a lo largo de los años, para que un niño feliz se convirtiera en adulto que lastima y se lastima. Yo también (me) he hecho daño, aunque en otras formas y circustancias. Por eso entristezco al recordar aquellas hazañas, por eso me pregunto qué fue de nuestros barcos y trenes que viajaban hacia destinos maravillosos.
10 Comments:
Caray Livi! Siempre tan atinada: ¿qué temores y qué amarguras se albergaron a lo largo de los años y qué fue de nuestros barcos y trenes que viajaban hacia destinos maravillosos?
Saluditos
Un animal envejecido conserva su gracia. ¿Por qué esa hermosa arcilla humana se ha malogrado?
A. de Saint Exupéry
No cabe duda que muestras tu mejor tú cuando evocas la infancia, aún si la examinas a través de la óptica del paraíso perdido (que para algunos no es tal). Un fuerte abrazo de vuelta.
PD. Icono ilustrativo: no sabía, aunque no me sorprende, que seas siniestra, no demiúrgica, sino quirúrgicamente hablando...
Uy qué triste Livi. Lo siento mucho por vos también porque hay algo que se destiñe de los recuerdos lindos cuando el futuro deparó estas cosas. No sé qué habrá pasado pero tal vez un día, podés recordarle cómo era a ver si él se reencuentra con ese niño feliz.
Lo que hace más valiosa a tu rosa es el tiempo que has pasado con ella... o algo así.
No seré imprudente, ni irrespetuoso (al menos esta ocasión) comparando algunas experiencias personales con la tuya, pero creo que puedo decir que entiendo como es sentir la agresión, no necesariamente alevosa, de la vida (por culpar algo) hacia nosotros al recordarnos lo falible de nuestras certezas. Aún aquellas que resguardábamos en el sitio más seguro entre todos: la infancia.
Chale.
Me apena convertir en un geek moment tan melancólico post, pero es de la clase de cosas que no puedo evitar, es uno de los pensamientos que pulsan en mi cabeza hasta que los dejo salir.
Encuentro una excelente metáfora en el número 4 de The Guardian, perteneciente al maxiserie Seven Soldiers, que nos explica sobre cómo esos niños que diariamente enfrentan un mundo de maravillas y aventureas, encuentran en el fin de la inocencia el final de sus hazañas y las cadenas de amargura. Requiere tener instalado Winzip y el programa CDisplay.
Si queremos una comparación menos chaqueta, hacemos referencia a las estrellas infantiles que se enfrentan a la vida adulta con decadencia y tragedia, nadie se imagina a Pulgarcito haciendo la "cosa mala" con sus futuras creaturas.
Y ya.
Livi, ¿qué puedo decirte? Las palabras pulsan en mi mente y se detienen en la punta temblorosa de mis dedos... y todo se resuelve en una frase: a mi también me duele, es decir, te entiendo bien y lo sabes.
Es horrible saber que aquellos a quien amamos también son humanos. Es horrible, entonces, saber que ser ser humano es una cosa horripilante también.
Es horrible ver el Mr. Hyde de nuestro amado y respetado Dr. Jekill.
Por eso no es bueno odiar genéricamente...
la esponja horrorosa
Yo ya ni sé, pero creo que lo que uno acaba siendo siempre es cuestión de elección (uno no elige entre qué elegir, eso si).
A QUIENES AQUÍ COMENTARON Y A GRACIELA (QUE COMENTÓ EN OTRA PARTE): gracias por estar cuando tengo cosas patéticas que decir, no sólo cuando el jijijí jajajá.
Qué gusto leerte, Malakatunga.
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