LA TROMPETISTA DE FALOPIO: LOS PLANES FUNERALES Y EL MILAGRO DE LA MUERTE



LOS PLANES FUNERALES Y EL MILAGRO DE LA MUERTE

Ayer estaba platicando con mi je(fecita)chu(la) acerca de lo que queremos que ocurra con nuestros cuerpos, después que colguemos los tenis. Mi jechu, por ejemplo, ha elegido un panteón con una vista bonita y también me pidió que deje la mayor parte de sus cenizas ahí, que esparza otro tanto en el Pacífico y que el resto lo reparta en pizquitas en sus lugares favoritos; bueno, estoy exagerando un poco. Por mi parte, he encargado a mis amigos que si me petateo antes que ellos, hagan mi funeral tal como lo planeo: con café de olla y sones jarochos. Y he pedido ser enterrada. A algunos les horroriza la imagen de un cuerpo putrefacto dentro de un ataúd; a mí, en cambio, me agrada la idea de que mediante un proceso natural, mi cuerpo se transforme en otra cosa, bajo la tierra, que es lugar de materia viva. Además me gustan los panteones, las flores y las veladoras.
Aunque los siento, estos deseos y planes funerarios me parecen irracionales, pues ni siquiera estaré ahí para celebrar. En cambio mi padre, desde una postura más racional, me ha dicho “bah, ya estaré muerto, así que puedes dejarme en el anfiteatro,” pero ¿quién desea un final así para alguien amado? A diferencia de los deseos sobre los restos de uno mismo, me parecen más comprensibles los deseos sobre los restos de las personas que amamos, pues necesitamos muchos símbolos para despedirnos de ellos o quizá para no despedirnos del todo.
Tal vez me dirán que vaya tema siniestro, pero no creo que la muerte (en general) sea un tema de este tipo. Al contrario, de Antonia aprendí que la muerte propia puede ser un tránsito sereno, y que acompañar a las personas que amamos en sus últimos momentos, aunque duela, es un acto natural y hermoso. En fin, los dejo con un fragmento del guión de esta película:

Antonia llamaría a sus seres queridos a su cama, les informaría de su inminente muerte, cerraría los ojos y moriría. El granjero Bas le haría el ataúd. Olga, la rusa, aunque afligida, la amortajaría con su discreción de costumbre. Con su tacto y con todo su cariño. Y su bisnieta no se separaría de su lecho de muerte, porque quería saber exactamente cómo abrazaría el milagro de la muerte a su querida bisabuela.

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4 Comments:

At 1:30 p.m., Blogger Esponjita said...

Dice algo así San Augus en la Ciudad de Dios cuando discute sobre si debe o no enterrarse a la gente.
Primero dice que, teológicamente, no es necesario, pues el alma se separará del cuerpo, y puesto que somos el alma, lo que dejaremos atrás será otra cosa. Claro, teológicamente lo preocupante era qué pasaría en el momento de la resurrección, pero Dios es milagroso, y él sabrá como dotarnos de nuevos cuerpos.

Pero luego le preguntan si entonces a los cuerpos no hay que hacerles nada. Y el dice: claro que no, a los cuerpos sí debe hacérseles su ceremonia, pero no por el muerto, sino por los dolientes:
"si de alguien muy querido que partió conservamos con amor una prenda tal como un anillo, ¿cuánto más no querremos tratar con cariño la posesión que tuvo más cerca en la vida que fue su cuerpo?".

Y ciertamenente, Antonia es la neta, y esas últimas líneas dicen todo lo que hay que decir.

 
At 5:55 a.m., Blogger fgiucich said...

Siempre es bueno programar el futuro. Abrazos.

 
At 9:23 p.m., Anonymous Anónimo said...

Dice mi marido José Revueltas que "la muerte es un acto infinitamente amoroso"... ay mi Pepo, ya vienes de regreso a visitarme...

Bueno, pos yo he dicho que quiero ser incinerada, no me gustaría que mi cuerpo mal utilizado lleno de químicos mala onda queden en la hermosa tierra. Quiero ser aventada en las lagunas de Xico (centro onfálico de entrada al Inframundo) y que se escuche el disco de MIS AMIGOS MUERTOS de Real de Catorce con un buen café de olla con canela y piloncillo... claro, si encuentran mi cuerpo :)

 
At 8:16 p.m., Anonymous Anónimo said...

Cambié de blog, ojalá puedas visitarlo.

LR

 

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