Prometo que pronto escribiré alguna historia jocosa, intelectualoide o candente. Como les gusta. Al cliente lo que pida. Pero mientras no llegue la hora de las complacencias, aprovecho mi espacio para escribir lo que exige ser dicho. Abajo mi raiting .
No me sorprende que en la cafetería de la Facultad no se haya tocado el asunto, tampoco que nadie quisiera acompañarme a alguna movilización, ni que de los treinta blogs mexicanos que leo nomás en
uno se mencionara el "incidente" y qué enfoque tan pobre el suyo. Así es siempre. Recién la PFP entró en el campus universitario, hubo que compartir las aulas con quienes llevaban globos cardioformes y tarjetas de San Valentín. Lo de menos fue que hubiese estudiantes presos con el cargo de "disolución social." Mientras no sea nuestro familiar o amigo o vecino el que sufre, no es asunto nuestro. Pero lo es, aunque hagamos que la virgen nos habla.
No escribiré en torno a los distintos proyectos que han querido imponerse al sector de los ejidatarios y a otros tantos. El punto es que no hay que estar a favor de una causa para reprobar el abuso de autoridad que sufren quienes la defienden. Tres mil agentes armados tomaron Atenco y ejercieron brutal violencia frente a los medios de comunicación. No quiero imaginarme las torturas de las cuales son víctimas los atenquenses (y miembros de otras organizaciones ) en este momento. Frente a distintos movimientos sociales parece cómodo decir que no se está de acuerdo con una parte ni con la otra y apelar a utopías.
Yo no voy porque vaya a saber qué intereses se jueguen ahí. Cierto, la causa justa, su manipulación y su utilización, todo ello se juega ahí, es parte de un movimiento. Al no participar creemos que somos neutrales, pero dejemos que hable la experiencia histórica: ésta represión fue posible porque la comunidad civil raramente reacciona y cuando lo hace es acallada como ahora, con la fuerza policial. Sí somos responsables. Al soslayar ésto respaldamos actos similares en situaciones futuras.
Abajo una ilustrativa cita y una imagen del restablecimiento de la paz social. Siento culpa. Gran culpa.

Durante una conferencia de prensa, Robledo se negó a calificar el hecho de que los policías estatales o federales siguieran golpeando con pies, manos y, en algunos casos, con sus toletes, a los detenidos cuando ya estaban a bordo de las unidades en las que serían trasladados a la Subprocuraduría de Texcoco o a las instalaciones centrales de la Procuraduría General de Justicia en Toluca.
-¿Usted dará una explicación, una justificación del por qué a los detenidos se les propinó una tremenda golpiza?
-No habrá ninguna explicación. No hay nada qué justificar.
-¿Están aplicando la ley del Talión?
-Esa conclusión... sáquenla ustedes. Yo no voy a dar ninguna explicación, ya les dije.