A Edna Odette, para que no esté triste.
She comes in colors ev'ry where,
She combs her hair,
She's like a rainbow,
coming colors in the air,
oh every where
She's like a rainbow.
The Rolling Stones
Al principio fue de chía, pues nos gustaba remedar la jerga de barrio. Luego vimos que no hay palabra más atinada para designarnos, la una a la otra, la otra a la una. Si es fidedigno nuestro árbol genealógico, no somos hermanas; pero hace once años que juntas crecemos. Nos conocimos en el colegio, ahí nos tenías reza que canta
Francisco, un humilde frailecillo por menor se tuvo en el mundo... En aquellos tiempos sufríamos penas de amor cortés, nos reuníamos con las demás en alguna casa, hablábamos largo y tendido entre helado, revistas, maquillaje. Nunca nos gustó la clase de Educación Física, pero la pasamos bien escondidas del profesor. Qué decir de las fiestas quinceañeras, un abrazo y a lustrar el suelo, adornadas con molotes, chapas y tacones.
Cuando fuimos pelonas en huaraches, ambas cortamos a nuestros novios y nos pusimos malas. A pesar de ello optamos por salir de la ciudad. Cómo tosíamos, allá en la casa del compadre, compartimos cerveza, jarabe y dulces de miel. Jugábamos un juego de mesa cuando sonó la

canción que es cuchillo
y no es por eso que haya dejado de quererte un solo día, estoy contigo aunque estés lejos de mi vida, por tu felicidad a costa de la mía, qué dolor adentro qué caricatura, los lagrimones nos brotaban pero no podíamos parar de reír.
Otra ocasión, con motivo de nuestro cumpleaños número dieciocho, llegamos a la playa en plena, madrugada, como no queríamos pagar hotel nos tendimos sobre la arena, cansadas del viaje, miramos las estrellas hasta quedarnos dormidas. Hemos compartido otras cosas: negocios, historias de amores y amoríos (no es lo mismo, señores, a los primeros hay que darles su lugar), fiestas de excesos, perspectivas, conciertos, tangas, mítines, dolores, en suma: distintas caras de la celebración y el luto; de ahí que digamos ya no en chiste sino muy en serio: más que amigas somos manas, porque mana sólo hay una.
A menudo pierdo los estribos, entonces llamo a Edna y vamos por un café. La escucho. Vuelve la quietud a mi alma. Supongo que tarde que temprano me titularé, daré a luz a cuatro hijos, mi marido me hará el sancho o seré yo quien le ponga los cachos, en fin me divorciaré, luego voy a padecer un cáncer que es la enfermedad de hoy, tal vez me extirpen un órgano, morirá mi gente y ya me duele desde ahora su muerte, pero tengo la certeza de que estaré con mi mana, ambas en juntura hasta que el tiempo nos afloje los cueros, hasta que no hagamos más que charlar en nuestras mecedoras, mientras miramos nuestras manos como de papel.
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Cuni Cuni cantaba mi mana
y echaba las coplas de la mariguana,
ay mi mana, ya no puede
ni levantar la cabeza
con los ojos rete colorados
y la boca reseca reseca.